La edificación, de piedras coralinas, fue una de las últimas levantadas por los españoles en este país y aunque no se sabe con certeza la fecha del inicio de su construcción, algunos historiadores la establecen entre 1714 y 1755, y dan como fecha de terminación 1793.
Originalmente fue una iglesia de la Compañía de Jesús, pero cuando sus miembros fueron expulsados en 1767, la infraestructura pasó a tener diferentes usos hasta 1956, año en que se convirtió en lo que es hoy.
El lugar tiene en sus nichos a cerca de 50 ilustres dominicanos, entre ellos independentistas, restauradores, mártires, presidentes, escritores, poetas, músicos y educadores.
Posee una estructura muy sobria, acorde a la función que cumple, decorado con un mural que simboliza la Ascensión y el Juicio Final y exhibe en su cúpula un candelabro de bronce, regalo del dictador español Francisco Franco.
Asimismo, el monumento está compuesto por ocho capillas abovedadas, cuatro a cada lado, una nave central y el altar mayor con 36 espacios vacíos para albergar a futuros próceres, así como uno sin placa dedicado al soldado desconocido, mientras que una Guardia de Honor permanente custodia el recinto.
El mausoleo acoge desde al héroe de la Reconquista Juan Sánchez y el impulsor de la independencia José Núñez de Cáceres, hasta los coroneles Francisco Caamaño y Rafael Fernández, héroes de la Revolución de Abril, pasando por las figuras de la Restauración Ulises Espaillat y Gregorio Luperón.
Sin dudas, el Panteón de la Patria es un sitio de visita obligada para quienes escogen la bella y acogedora zona histórica de Dominicana como destino de sus viajes.
(Tomado de Orbe)
















