Liderado por José Martí, el levantamiento insurreccional del 24 de febrero de 1985 contra el colonialismo español en la Isla fue también un acto contra el avance del imperialismo en América, respondió a Prensa Latina la consejera a cargo de los asuntos consulares, Dallamy Díaz.
En las palabras centrales del acto, la funcionaria recordó la intensa labor organizativa de José Martí, quien durante años preparó, desde el exilio en Estados Unidos, las condiciones necesarias para retomar la lucha contra el dominio español.
Era preciso impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extendieran por las Antillas los Estados Unidos y cayeran, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América, según alertó Martí en una carta a su amigo mexicano Manuel Mercado, en mayo de 1895.
Aquella guerra en tierras cubanas finalizó tres años después, pero sin la anhelada la libertad debido a la intervención estadounidense, recordó la oradora.
“Los herederos de aquella gesta emancipadora defendemos hoy los mismos principios, pues la lucha continúa y el enemigo no cesa en sus pretensiones”, sostuvo la cónsul, en alusión a las medidas coercitivas unilaterales por parte de Washington, arreciadas mediante un bloqueo económico, financiero y comercial, vigente hace más de 60 años.
Según expresó, el legado martiano está presente en la cohesión nacional, la existencia de un partido único para conducir los destinos del país y la inquebrantable unidad cívico-militar.
También tiene expresiones concretas en las páginas heroicas y altruistas de los colaboradores de la Isla en distintas partes del mundo y en la resistencia del pueblo cubano contra el bloqueo norteamericano, estimó.
La diplomática apreció igualmente el desarrollo por parte de los científicos de su país de varias vacunas contra la Covid-19 y el simbolismo del 24 de febrero en la historia reciente.
Hace tres años, el 24 de febrero de 2019, más de seis millones de ciudadanos respaldaron la nueva Constitución de la República de Cuba, luego de un amplio proceso de debate que trascendió el ámbito parlamentario y convirtió al pueblo en órgano constituyente del Estado.
La mayoría de los que ejercieron el voto pertenecen a las generaciones nacidas con posterioridad al triunfo revolucionario del 1 de enero de 1959, esto refleja “la fortaleza y continuidad de nuestros principios”, valoró Díaz.
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