Martínez aseguró en un mensaje durante su toma de posesión que ese flagelo progresa en la política, la economía, la sociedad, e, incluso, la religión.
El arzobispo describió al impartir su primera misa la realidad de corrupción y graves delitos que atraviesa el país, los que consideró sus desafíos al frente de la arquidiócesis de la Santísima Asunción.
“Somos conscientes -expresó- de que Asunción, como capital de la República, sede de los poderes del Estado y de las principales instituciones públicas, es la caja de resonancia donde tiene eco toda la vida del país”.
Pero, contrastó, es también el lugar donde se sienten y se visualizan los grandes y graves problemas sociales, políticos y económicos que padece la nación.
Pra el arzobispo se ciernen en el horizonte “negros nubarrones de inestabilidad política y social, como consecuencia de la inequidad estructural y el grave deterioro de las condiciones de vida”.
Esos males afectan tanto –estimó- a los sectores más vulnerables como a la propia clase media, a causa de la falta de políticas públicas de bien común, en parte debido a la corrupción e impunidad.
Otras causas de esa crisis se deben también –afirmó- a factores climáticos causantes de una prolongada sequía, «que tendrán serias repercusiones en lo social y económico, a corto y mediano plazo».
“Si no se adoptan programas eficaces de protección social, los niveles de pobreza extrema se profundizarán y puede recrudecerse el hambre, sobre todo entre los más necesitados del campo y la ciudad”, expresó.
Las declaraciones del arzobispo de Asunción coinciden con una crisis judicial y un escándalo político nacional, a causa de una escalada de denuncias contra personalidades como el expresidente Horacio Cartes.
El factor desencadenante de esa situación fue la presentación del exministro del Interior Arnaldo Giuzzio ante una Comisión Especial del Congreso, donde su presidente reveló delitos de narcotráfico y lavado de dinero.
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