«Resulta el primer y único conocido que posee 10 apéndices funcionales», precisó el autor principal del artículo divulgado, Christopher Whalen, miembro del equipo perteneciente al Museo Americano de Historia Natural y de Yale.
Los científicos explicaron que el recuento de esas extremidades es una de las características que definen la verdadera línea entre calamares y sepias (Decabrachia) o pulpos y calamares vampiros (Vampyropoda).
Dos de los brazos del cefalópodo estudiado parecen haber sido alargados en relación con los otros ocho, y su cuerpo en forma de torpedo recuerda a los calamares actuales, describieron.
«No es inconcebible que utilizara sus extensiones cargadas de ventosas para arrancar pequeños ammonoides de sus conchas o aventurarse más hacia la costa para depredar braquiópodos, bivalvos u otros animales marinos», explicó Neil Landman, conservador emérito de la División de Paleontología del Museo.
En relación con la edad, los caracteres y la posición filogenética, el fósil desafía los argumentos predominantes sobre los orígenes de los vampirópodos y proponemos un nuevo modelo de evolución de los coleoides (cefalópodos con concha interna), agregó.
Los expertos aseguraron que este animal amplían el grupo ubicado en unos 82 millones de años atrás y deberían estar representados en el registro fósil, aunque carezcan de estructuras duras.
El vampirópodo objeto de la investigación fue hallado en el estado de Montana, en Estados Unidos, está excepcionalmente bien conservado y pertenece a las colecciones del Museo Real de Ontario, al que fue donado en 1988, remarcaron.
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