Y en esta ocasión tuvo la relevancia que marcó el inicio de un nuevo siglo.
A pesar de que el fin de esta centuria trajo quizás menos motivos de celebración y circunstancias extremadamente difíciles para el merecido festejo, entre cada saludo o despedida se escucha todavía el gentil ‘Noruz mobarak’ (‘Feliz año nuevo’), cargado de la esperanza que jamás nos abandona como especie.
En cada hogar iraní se sintieron los divinos aromas del ‘Sabzi polo’, arroz con hierbas que a menudo acompaña al pescado, plato tradicional de esta festividad que ellos llaman Noruz, cuyos orígenes están en los mitos del Irán antiguo para celebrar el primer día de la primavera.
El anuncio del Noruz como fiesta nacional se remonta a 538 años antes del nacimiento de Cristo y desde entonces se conmemora el fin y el renacimiento.
En común con otros credos se pide y espera que el nuevo año traiga paz y prosperidad al mundo. En común con el resto de la humanidad hoy, esos anhelos son una necesidad imperiosa.
En reconocimiento a su valor cultural e histórico, el Noruz fue incluido en 2009 en la lista representativa de la Unesco como parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y en 2010 fue declarada por la ONU como una celebración por la paz y diversidad cultural.
La geografía del Noruz se extiende más allá de las fronteras de Irán, y abarca casi toda la región de Asia Occidental, los Balcanes, Kazajastán, Tartaristán, algunas regiones en Asia Central, además de Sudán, Zanzíbar, todo Cáucaso, la India, Pakistán, Bangladesh, Bután, Nepal y Tíbet.
INMENSOS DESAFÍOS
El nuevo siglo trae a los iraníes inmensos desafíos en todas las aristas de sus vidas.
Con el fin de los feriados por Noruz en la primera semana de abril, la República Islámica de Irán entrará en la recta final de su campaña electoral para elegir un nuevo gobierno en los comicios que se celebrarán el 18 de junio.
Una tensa partida de ajedrez en la que participan de manera simultánea importantes actores internacionales, marca el debate cotidiano en cada rincón de un Irán que enfrenta las más fuertes, efectivas, crueles e inmorales sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos en toda su historia.
Hasta la fecha no han sido modificadas por el actual inquilino de la Casa Blanca.
Resulta extraño que pase una semana sin que, entre los titulares de la mayoría de las agencias de noticias del mundo, aparezca alguna noticia que dé seguimiento al proceso que devolvería ‘vida’ al Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), más conocido como Acuerdo Nuclear con Irán.
Para los analistas y muchos políticos, ese pacto es uno de los más importantes logros de la diplomacia multilateral de los últimos años y un importantísimo aporte a la no proliferación del arma nuclear.
Signataria del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, Cuba alertó en 2018, a raíz de la salida de Estados Unidos del PAIC, que ‘el incumplimiento de estos compromisos internacionales atenta contra las normas de convivencia entre los Estados y puede provocar graves consecuencias para la estabilidad y la seguridad en el Medio Oriente’.
A casi tres años de esa declaración, los hechos acaecidos en Irán y la región son pruebas claras de esa alerta temprana.
La pandemia de la Covid-19 ha cobrado la vida de unas 61 mil 724 personas en Irán durante el año 1399 de su calendario.
Aunque se han recuperado un millón 536 mil 606 del millón 793 mil 805 infectados, las autoridades iraníes de salud continúan librando una ardua batalla en medio de la política de ‘máxima presión’ impuesta por Washington.
Durante las primeras semanas del nuevo siglo persa dará inicio en la República Islámica de Irán la fase III de ensayo clínico de la vacuna cubana Soberana 02, cuya llegada ha sido recibida como un rayo de esperanza y una muestra de lo que pueden lograr dos Estados empeñados en proteger la vida de sus nacionales.
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(*) Consejera a cargo de asuntos políticos, comerciales y de cooperación de la embajada de Cuba en Irán.