Durante una visita a la localidad de Spézet, en el noroccidental departamento de Finisterre, el mandatario trató de poner distancia de los candidatos que a su juicio “quieren darle la espalda a Europa”, en particular de su principal rival según los sondeos, la líder de la extrema derecha Marine Le Pen.
En sus declaraciones a la población local, instó a los franceses a ser indefectiblemente europeos, esgrimiendo que alejarse del bloque sería nefasto, ante retos como la necesidad de la independencia energética y agrícola.
De acuerdo con Macron, la UE “nos protege y garantiza derechos” y “nos permite reformar un capitalismo que se ha vuelto excesivo y a veces loco”.
Le Pen ha moderado su discurso respecto a la unión de 27 Estados miembros, pero insiste en reformar el espacio Schengen como arma para frenar la libre circulación en su interior, en sintonía con su posición antiinmigrante, aunque menos radical que en 2017, cuando perdió de manera holgada en la segunda ronda frente al actual presidente.
Al igual que en los comicios de hace un lustro, el jefe de Estado se presenta como el más europeísta, esta vez aupado por el adverso escenario económico derivado del conflicto en Ucrania.
Al respecto, Macron insistió en que atacar la libre circulación dentro de la UE sería devastador para el turismo y dispararía los precios de los productos importados.
De acuerdo con las encuestas, el mandatario cuenta con hasta un 28 por ciento de las intenciones de voto, seguido por Le Pen con un 22-23 por ciento, por lo que parece inevitable una reedición del balotaje del 2017.
Los sondeos vuelven a dar favorito a Macron, pero con menor margen que entonces, escenario ratificado hoy por un estudio de opinión del instituto Elabe para el canal BFM TV y el semanario l’Express, el cual reflejó el 53 por ciento de apoyo en la segunda ronda, contra el 66 que le dio el triunfo hace cinco años.
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