A escasas horas del silencio electoral, que comenzará a regir esta madrugada, el mandatario cuenta en todos los estudios de opinión con una ventaja de dos dígitos en las intenciones de voto.
La superioridad, empero, es menos holgada que la conseguida en el balotaje de las presidenciales de 2017, cuando llegó al Palacio del Elíseo gracias al 66 por ciento de los sufragios.
La encuesta diaria final de Ipsos-Sopra Steria para la cadena Franceinfo y el diario Le Parisien reflejó un triunfo del jefe de Estado con el 57 por ciento del respaldo, por un 43 de Le Pen, quien en el debate cara a cara del miércoles no pudo cambiar el curso de la contienda.
Por su parte, el sondeo de Elabe, divulgado por el canal BFM TV, proyectó un resultado más estrecho para el 24 de abril, aunque igualmente inclinado hacia el lado de Macron, quien con el 55,5 por ciento de respaldo se quedaría por otros cinco años en el cargo.
El abstencionismo pudiera superar el nivel récord registrado hace un lustro, y en ese sentido Elabe recogió que entre un 28 y un 32 por ciento de los casi 49 millones de franceses inscritos no acudiría a las urnas.
Los indecisos y los renuentes a votar han sido en buena medida blanco de los llamados de los candidatos, quienes no dejaron de intercambiar ataques y acusaciones mutuas durante la semana.
Macron prometió cinco años mejores detrás de crisis con duras consecuencias económicas, como la Covid-19 y el conflicto en Ucrania, con una visión europeísta.
Le Pen ofreció un mejor escenario social, tras el deterioro del poder adquisitivo de la población, pero con una postura independiente a la de la Unión Europea, aunque sin renunciar al bloque de 27 Estados miembros.
Sin embargo, su discurso antiinmigrantes y de extrema derecha provocó desde el comienzo de la campaña electoral el distanciamiento de muchos votantes, y casi todos los otros candidatos que compitieron en la primera ronda, el 10 de abril, dieron su apoyo a Macron, al igual que personalidades de diversos sectores de la sociedad.
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