Así lo asegura la Guía Michelin, con el registro de 29 maestros y maestras de la cocina en esa nación europea poseedores de tres estrellas -el mismo número de Japón-, máximo nivel en dicha clasificación de prestigio internacional.
Además, no falta quien asegura que el mejor cocinero del planeta es el francés Alain Ducasse, dueño de 20 estrellas, adjudicadas a los 11 restaurantes que regenta en seis países.
Tal mención permite a los chefs compararse y competir entre sí, y también es un reclamo turístico y comercial para los viajeros amantes de la buena mesa y con alto poder adquisitivo.
Lo que comenzó siendo una guía publicitaria de distribución gratuita, ideada por André y Édouard Michelin en 1900, se ha convertido en un referente mundial, con unos criterios de selección altísimos, evaluados por inspectores anónimos que visitan anualmente miles de establecimientos en todos los continentes.
En sus orígenes, los hermanos Michelin, fundadores de una fábrica de neumáticos con su mismo apellido, se propusieron dar información útil al conductor que viajara por Francia.
Actualmente, la clasificación anual de la Guía, con numerosas ediciones por países, ofrece una vasta cantidad de datos, organizada en categorías de confort y precio, donde se incluyen desde posadas típicas y pequeñas tabernas hasta palacios de lujo y restaurantes excepcionales, para tratar de satisfacer los más diversos gustos y adaptarse a todos los bolsillos.
Para llegar al nivel más alto, los inspectores se sirven de pautas muy exigentes y analizan todos y cada uno de los detalles para establecer si la calidad, el dominio de la técnica, la personalidad y la consistencia de la comida es digna de la excelencia.
Estos jueces, quienes nunca se identifican, pagan sus cuentas y pueden ir acompañados por otros comensales para mantener su secreto.
Y con los mismos criterios que otorgan una o las siguientes estrellas, se encargan de retirarlas si consideran en visitas posteriores que el sitio ya no es merecedor de tal distinción.
Antes de obtener su primera estrella, el candidato recibe cuatro visitas de los inspectores nacionales, y la última solo se consigue tras el minucioso escrutinio de evaluadores internacionales. Todas las decisiones son tomadas de manera colegiada.
(Tomado de Orbe)