Por Rafael Calcines
Decir esto al cabo de más de seis décadas de Revolución puede parecer rutinario cuando las marchas en esta fecha han sido una constante a lo largo de todos estos años, como demostración del respaldo popular al Gobierno y al modelo de desarrollo socialista en las particulares condiciones de Cuba.
Estos motivos singularizan esa jornada en la isla, mientras que en el resto del planeta resulta momento, desde aquel lejano 1886 cuando los jornaleros de miles de fábricas en Estados Unidos se declararon en huelga, para el reclamo de mejores condiciones de trabajo, igualdad salarial entre hombres y mujeres, jubilaciones decorosas y otras garantías.
Pero en esta ocasión, el llamamiento a los cubanos cobra especial relieve luego de dos años sin multitudinarios desfiles, a causa de la pandemia de la Covid-19 y cuando el país enfrenta importantes retos que pueden definir su futuro.
Cuba, golpeada por la pandemia, de la cual salió victoriosa gracias a una acertada política gubernamental apoyada en el esfuerzo e inteligencia de personal de la salud y sus científicos que convirtieron a la nación en la única fuera del primer mundo en idear sus propias vacunas, busca ahora paliar los estragos de la crisis internacional agudizada por la enfermedad e inmersa, al mismo tiempo, en un profundo reordenamiento de la economía.
Todo ello, a contracorriente del bloqueo estadounidense instaurado oficialmente hace 62 años y que se recrudece de manera constante con pérdidas económicas que -según la más reciente actualización de las autoridades cubanas-, superan un billón 326 mil millones de dólares de acuerdo con la depreciación de esa moneda.
Como esa guerra comercial, económica y financiera no consigue sus propósitos de revertir el orden social en Cuba), en los últimos años se multiplicaron las campañas mediáticas (a través de las redes sociales) para desacreditar al país internacionalmente, promover la división interna y gestar la ya gastada receta del “golpe blando”.
Muestra de esto último fueron los acontecimientos del 11 de julio de 2021, que resultaron también un rotundo fiasco, y dejaron claro a los cubanos las intenciones de Washington y sus asalariados del patio, además de que la unidad sigue siendo la carta de triunfo de la Revolución, incluso en las peores circunstancias.
Resulta significativo que ya el 1 de mayo de 1959, a pocos meses del triunfo revolucionario, en una de las concentraciones más multitudinarias que se recuerda en la entonces Plaza Cívica de La Habana (hoy Plaza de la Revolución), el entonces comandante Raúl Castro -Fidel Castro se encontraba en una reunión internacional en Argentina-, avizoró lo vivido en la historia cotidiana de Cuba por más de medo siglo:
«Somos revolucionarios, a medida que avanzamos, más oposiciones y más resistencia se hará a la lucha de la Revolución; y en esto hay que estar claro…», afirmó en aquel histórico momento.
Precisamente, la celebración de este Primero de Mayo debe constituir, sobre todo, otra convincente demostración de esa unidad y de la disposición de los cubanos a enfrentar y llevar adelante los profundos cambios que hagan viable y sostenible -como expresan reiteradamente sus dirigentes- el modelo socialista cubano.
No en balde continúan resonando las palabras pronunciadas por el líder histórico cubano, Fidel Castro, en la celebración del Primero de Mayo del 2000, cuando expuso su concepto de Revolución:
“…es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo”.
Y continuaba: “es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo”.
En esos argumentos anidan las razones para que (este 1 de Mayo) millones de cubanos marchen nuevamente por las plazas y calles de toda la isla, aún en medio de las agobiantes dificultades de la vida cotidiana.
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