El tema ha sido uno de los ejes principales de los cónclaves a partir del quinto, celebrado entre el 8 y 10 de octubre de 1997, una cita que abordó la evolución en esta área desde 1991, tras la crisis generada por la desaparición del campo socialista y la Unión Soviética, principal proveedor y mercado de la nación caribeña.
El V congreso del PCC trazó la política económica en la fase de recuperación de ese periodo, denominado ‘especial’, y las perspectivas, en un escenario marcado por la aplicación de la Ley Helms-Burton, aprobada en marzo de 1996 por Estados Unidos, con la cual impusieron mayor rigor a la extraterritorialidad del bloqueo sobre la isla.
Cuba se enfrentaba entonces a una guerra económica caracterizada por presiones de Washington sobre gobiernos y organismos internacionales, mientras hacía esfuerzos por frenar la caída de su economía para avanzar luego hacia un crecimiento.
Para ello realizó cambios como la despenalización del dólar y la autorización a la entrada de remesas, unido a la ampliación del ejercicio del trabajo por cuenta propia.
Asimismo, apostó por el turismo y la creación de las unidades básicas de producción cooperativa.
También impulsó la inversión extranjera y aplicó medidas para el saneamiento de las finanzas.
Los debates de la Resolución Económica del V congreso estuvieron dirigidos al análisis de la implementación de esas y otras decisiones que permitieron reactivar paulatinamente la economía sin perder la esencia socialista; así como a evaluar su impacto en la esfera ideológica.
Igualmente, definieron que en los años siguientes los esfuerzos debían centrarse en la eficiencia, la diversificación de las inversiones, la sustitución de importaciones, el ahorro, lograr mayor calidad de las producciones nacionales y exigir un mejor desempeño del sistema empresarial.
‘Este congreso tiene que hacer realidad esa toma de conciencia (…) sobre las tareas económicas’, enfatizó en la clausura del evento el entonces primer secretario del PCC, Fidel Castro, y añadió que las tareas económicas están indisolublemente asociadas a las políticas, idea vigente en las citas partidistas posteriores.
En tanto, el documento El Partido de la unidad, la democracia y los derechos humanos que defendemos, devenido en Resolución Política del V congreso, se sometió a un proceso de consulta previo, donde participaron seis millones y medio de cubanos. La esencia de ese material, el hecho de que la Revolución cubana es una sola desde 1868, quedó argumentada en sus páginas y fue defendida por la población que intervino en las discusiones para reafirmar los principios de independencia y soberanía nacional, justicia social y hermandad que presidieron sus luchas históricas.
La vigencia de esos conceptos y tesis se refrenda hoy en la Constitución aprobada en 2019, en la que quedaron plasmados temas como la defensa de los derechos humanos, de las conquistas sociales del país, el perfeccionamiento del ejercicio democrático a partir de la participación popular y la irrevocabilidad del socialismo.
‘Hoy está más claro que nunca que Revolución, Patria y Socialismo son una y la misma cosa’, apunta la Resolución, y agrega que ‘en Cuba no habrá restauración del capitalismo porque la Revolución no será derrotada jamás’.
El documento remarca la importancia de la unidad popular, particularmente para hacer frente a las agresiones de Estados Unidos.
‘El pueblo cubano decidió tener un partido único precisamente para alcanzar la unidad nacional revolucionaria, sin la cual le sería imposible defender su Patria libre, democrática, socialista’, afirma el material.
Esa misión de salvaguarda del sistema político y económico asignada al PCC fue reiterada por Fidel Castro durante la clausura del cónclave: ‘Tenemos que desarrollar un Partido de acero; tenemos que asegurar la supervivencia de nuestra Revolución contra cualquier desvío, contra cualquier peligro, externo o interno, hoy, mañana y siempre’.
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