Las nuevas normativas comunitarias contra la nación eslava prohíben gran parte de las importaciones de petróleo desde ese país y las emisiones de varios canales de televisión rusos hacia el continente.
Desde finales de febrero, cuando el Kremlin desplegó su operación militar especial en el Donbass, la Unión Europea aprobó cinco paquetes sancionatorios contra Moscú con el objetivo declarado de la asfixia económica.
El operativo respondió a una solicitud de los gobiernos de las autoplroclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk, de mayoría ruso parlante, y bajo asedio del gobierno ucraniano desde hace ocho años.
En mayo el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, anunció que no respaldaría normativas contra líderes religiosos del gigante euroasiático.
Sancionar a dignatarios eclesiásticos «afectaría la libertad de religión de las comunidades húngaras, algo que es sagrado e inviolable», aseguró entonces Orbán, según la prensa nacional.
Tras semanas de negociaciones sobre el embargo petrolero, la cumbre de los líderes de la UE acordó conceder excepciones temporales a Hungría, Eslovaquia, Bulgaria, Croacia y la República Checa.
Este país importa de Rusia el 65 por ciento del petróleo y el 85 por ciento del gas natural que consume.
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