Ese “plan” costará 100 millones de dólares, de los cuales Washington pagará una parte, y según una funcionaria gubernamental que solicitó el anonimato, se trata sobre todo de brindar habilidades más avanzadas a los trabajadores de la salud existentes en el ámbito de la investigación, la prestación de servicios y, entre otros.
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El Cuerpo de Salud funcionará como una empresa y se asociará con instituciones académicas en Estados Unidos y en toda la región para aprovechar y ampliar los programas de capacitación existentes del gobierno de Estados Unidos y la OPS.
Aunque es un esfuerzo que tiene sentido, mas después que la pandemia de la Covid-19 tuvo un efecto devastador en América Latina y el Caribe con más de 2,7 millones de muertos, habría que preguntarse porqué el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, excluye a Cuba de la Cumbre cuando este país tiene una huella propia en la salud de Latinoamérica.
No es una política nueva de la Casa Blanca. Cuando Donald Trump gobernó enfureció contra la isla por enviar brigadas médicas a muchos remotos confines del mundo, en especial a América Latina.
Incluso suspendió la financiación estadounidense a la OPS por supuestos vínculos con esta práctica y apoyar una iniciativa que llevo médicos cubanos a atender a brasileños de bajo recursos en lugares apartados. El anuncio se anticipó al discurso que pronunciará hoy en Los Ángeles el presidente Biden, donde es poco probable que hable de algún tipo de participación de los profesionales de la salud de Cuba. Tal vez ese sea uno de los porqués de la exclusión de la isla caribeña del evento. Washington es incapaz de quitarse el sombrero ante el ejemplo de la nación antillana y su ayuda solidaria hacia sus hermanos latinoamericanos, consideran expertos.
Más de 300 mil médicos integran hoy la nómina de graduados de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de Cuba, red de galenos que llevan los servicios de salud a diversas regiones del planeta.
No fue casual ver egresados en la primera línea de enfrentamiento a la pandemia de la Covid-19, como tampoco del grupo de profesionales formados en la institución que asistieron a la población de Haití, tras los terremotos ocurridos en esa nación del Caribe en 2010, entre otros.
Estados Unidos no puede borrar una historia escrita por los cubanos desde 1999, cuando Fidel Castro propuso iniciar la formación en Cuba de galenos de naciones afectadas por fenómenos naturales.
La escuela comenzó con una representación de 18 países, y en estos momentos hay graduados provenientes de 117, de todos los continentes. Varios de sus egresados ocupan hoy posiciones de liderazgo a nivel internacional, entre los que destacan dos representantes de la Organización Panamericana de la Salud; un graduado que participó en la elaboración de la vacuna rusa Sputnik V contra la Covid-19 y la doctora Ariana Campero, quien fue ministra de Salud de Bolivia y luego embajadora de ese país en Cuba.
Entre las naciones presentes en la ELAM desde sus inicios se encuentra Estados Unidos, a raíz de las gestiones del reverendo Lucius Walker y el proyecto Pastores por la Paz, que permitieron la llegada de los primeros estudiantes de la nación norteña.
Tal vez, estos sean algunos de los porqués de la exclusión de Cuba a la cita angelina. Estados Unidos no quiere tener cerca la sombra solidaria de los galenos de la patria de José Martí y su pensamiento de que “Patria es humanidad”.
acl/lb