Un joven afable, inteligente y emprendedor, de nombre Juan Peña, recibe a los visitantes al pie de una modesta casa de madera en medio de un ambiente campestre en lo alto de un camino vecinal. Él es el artífice de esta obra, la cual puede llamar la atención del más avezado de los arqueólogos.
Inaugurado el 29 de noviembre de 2021, el museo comunitario asentado sobre el cacicazgo maguá (de ahí su nombre) cuenta con seis salas, donde se exhiben cientos de objetos recolectados con paciencia de orfebre por este joven, convertido en un erudito guía.
Su colección alcanza unas tres mil piezas, entre ellas, morteros ceremoniales para triturar tubérculos, orejeras, cemíes, sellos de alfarería, piedras sílex (usadas como cuchillos y para hacer fuego), cinceles, puntas de flechas y restos de caracoles. Orbe recorrió el lugar espacio por espacio junto a su creador, quien explicó al detalle todo cuanto existe allí.
La gran variedad de piedras utilizadas para elaborar muchos de estos utensilios, incluyendo algunos de origen saladoide, confirma a juicio de Peña el flujo migratorio del cacicazgo, el cual abarcó desde La Vega hasta cayo Samaná y era gobernado por el cacique taíno Guarionex.
Peña contó a este semanario cómo siendo un niño de apenas 10 años de edad halló en el patio de su casa, o mejor dicho, de la vivienda de la abuela con quien vivía, un objeto con una cara de indio, y ahí comenzó todo.
Luego, en su camino a la escuela y de regreso, se detenía a hurgar en la tierra cada vez que veía algo fuera de lo común y muchas veces lo hacía junto a un primo mayor.
En esa búsqueda encontró lo inimaginable y también nació su amor por la arqueología sin tan siquiera saber los detalles, pues visitó un museo por primera vez cuando era un hombre hecho y derecho, teniendo medio camino andado en sus descubrimientos.
(Tomado de Orbe)