La casta de ruines y tiranos dueños absolutos de capitales, riquezas y el poder de Estados Unidos se aislaron aún más en la madriguera del medievalismo, las cavernas de la esclavitud y la melancolía del absolutismo monárquico, estima Barrantes en un amplio artículo sobre los resultados de la cita concluida este viernes en Los Ángeles, Estados Unidos.
Esos que se dicen los heraldos de la democracia atentaron con sus posturas autocráticas contra la democracia real y cumplida, al negarle de manera impune y abusiva la participación a Estados soberanos y naciones libres como Nicaragua, Venezuela y Cuba, sostiene el analista político del Centro Popular Costarricense de Estudios Sociales.
Refiere que con el tema de la democracia en la agenda, el conciliábulo de Los Ángeles comenzó con un menú antidemocrático y dictatorial, de exclusión, por capricho de los mandamás y potentados de Washington.
Lo anterior, apunta, como revanchismo por el odio que le profesan a países con gobiernos populares y genuinamente democráticos que deciden en forma autónoma, con valentía, identidad y originalidad responder a las inmorales maniobras de intervencionismo y guerra asimétrica, implementada contra Estados soberanos y constitucionales.
Sin embargo, considera que con el sentido común del pensamiento liberador y la gobernanza democrática, vimos una rebelión de gobiernos de América Latina y el Caribe que han demostrado la potencia de la integridad moral, de la constancia, el carácter de la amistad y el sentir de la unidad de los pueblos.
Barrantes destaca que presidentes y otros líderes de Estado tomaron la sabia decisión de desestimar la invitación y argumentar su ausencia como un acto de solidaridad y compromiso con la integración regional, la amistad irrestricta y la unidad singular de las naciones.
Esta -asegura- es una derrota irreversible de la estrategia injerencista, hegemónica, expansionista y fascista de la administración Biden-(Vicepresidenta Kamala)Harris, el Departamento de Estado, el Comando Sur y el Complejo Industrial Militar del global-imperialismo.
Y, resalta, esta es una victoria de los pueblos, de la democracia popular en construcción, del proyecto revolucionario antiimperialista y frente a los nubarrones tormentosos de la estrategia belicista de recolonización y barbarie, que ha tratado infructuosamente de perpetuar el Estado imperial-terrorista de Estados Unidos.
Para el analista político costarricense la reconfiguración geoestratégica del continente avanza, con las palpitaciones del renacimiento de la revolución independentista y la nueva voluntad política por labrar renovadas formas de integración regional.
Ello, detalla, con la restauración del modelo filosófico de unidad de las naciones en La Patria Grande, y el fortalecimiento de un mecanismo de convergencia para el diálogo político, como lo es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
«La comunión de los pueblos en solidaridad, amistad y lucha común frente al dominio global del imperialismo es un hecho de la época inexorable que los hará definitivamente libres», concluye Barrantes.
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