El tributo al reconocido bailarín y coreógrafo llega este 2022 coincidiendo con el aniversario 63 del Teatro Nacional de Cuba donde el Conjunto Nacional de Danza Moderna, creado y dirigido por Guerra, presentó su primer programa.
Por eso, el mismo día del cumpleaños del gran pedagogo y ensayista se inaugurará una tarja conmemorativa en ese mágico sitio que acogió muchos de sus arrebatos coreográficos y lleva tantas huellas de su ingenio.
Igualmente, la agenda de actividades incluye el estreno del documental «Ramiro… siempre la danza», que reúne entrevistas a estudiantes, amigos y personas cercanas a Guerra hechas por los realizadores Yuris Nórido y Adolfo Izquierdo en ocasión de la jornada.
La intención es potenciar el estudio de su obra y darle el lugar que merece como pionero de la danza moderna en la isla, al decir de la directora del Centro de Documentación de la Artes Escénicas del Teatro Nacional, Marilin Garbey.
Con ese propósito y comprometidos en destacar sus aportes cimeros a la historia de la cultura cubana, hemos digitalizado durante el último año todos sus textos para facilitar el acceso de quienes deseen consultarlos, expresó.
Y es que Ramiro fue un hombre que brilló como insigne hacedor del espectáculo danzario del siglo XX en la nación caribeña y como ser humano y defendor de la igualdad entre mujeres, hombres, negros y blancos, sin distinciones sociales, significó.
Al decir de la investigadora María Lastayo, Ramiro fue un creador con una estética danzaria particular que poseía una extensa fusión de técnicas y estudios, educados en el ballet clásico del cual asumió los principios básicos.
Su trabajo y experimentación permitieron el desarrollo de una técnica de danza moderna arraigada a la raíz cultural cubana que bien supo poner en práctica al frente del Departamento de Danza Moderna del Teatro Nacional de Cuba.
En palabras de Lastayo, en ese cuerpo de baile predominaba el equilibrio, la emoción y originalidad visibles en Danzas como “Mambí”, “Mulato” y Anaquillé” que revelan la capacidad de la isla para producir bailes modernos, vibrantes y expresivos.
El propio maestro en entrevistas concedidas destacó su propósito de profundizar en el folklore e ir más allá de lo fácil y pintoresco de la danza afrocubana que tanto se tergiversaba cuando se trataba de llevarla a escena.
Tras su muerte en 2019, su legado vive en las nuevas generaciones de bailarines y en compañías como Danza Contemporánea de Cuba y el Conjunto Folklórico Nacional, que deben a él su génesis y esencia.
Además de su obra cumbre, Suite Yoruba, en su trabajo coreográfico destacan las piezas Impromptu galante, Auto sacramental, La rebambaramba, Orfeo antillano, Medea y los negreros y Ceremonial de la danza.
De su autoría son los artículos Apreciación de la danza, Calibán danzante, Coordenadas danzarias, Una metodología para la enseñanza de la danza moderna, Teatralización del Folklore y otros ensayos, Eros baila y El síndrome del placer.
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