El 5 de julio de 1896 cayó en combate en Loma del Gato, cerca de la oriental provincia de Santiago de Cuba, y la historia lo recuerda con ese apodo por sus condiciones y fiereza en los combates.
El tercer hijo de la familia comandada por Mariana Grajales y Marcos Maceo falleció joven, a los 47 años de edad, pero al igual que el resto de sus hermanos varones recibió dedicada educación de su padre en el área de la defensa y la lucha.
El exhaustivo manejo del fusil, el uso del machete como arma para defenderse, la agilidad y destreza como jinete y la madurez de su pensamiento influyeron en que José Maceo alcanzara el grado de general en abril de 1895.
Participó en la Guerra de Los Diez Años (1868-1878) liderada por Carlos Manuel de Céspedes, junto a sus hermanos Felipe, Fermín, Justo Germán, Antonio, Rafael, Miguel y Julio.
Además, estuvo en la Protesta de Baraguá (1878) con Antonio Maceo a quien admiraba muchísimo, participó en la Guerra Chiquita (1879-1880) de la cual fue uno de los principales jefes en Santiago de Cuba.
En 1895 desembarcó por la región de Duaba, en la localidad de Baracoa, para incorporarse a la Guerra Necesaria (1895-1898), organizada y dirigida por el Héroe Nacional, José Martí. De los Maceo Grajales fue el único que participó en las tres guerras por la independencia de Cuba, donde demostró también a sus compañeros de combate los valores humanos y tradiciones patrióticas aprendidas en casa por sus padres analfabetos.
En una ocasión, el coronel Fermín Valdés, médico de las tropas del «León de Oriente», refirió que de José Maceo puede decirse todo lo que se quiera, «pero ninguno puede acusarlo de cobarde; ni como hombre político y como cubano, nadie tampoco puede discutir su honradez».
Los restos de este cubano ejemplar están sepultados en el santiaguero Cementerio de Santa Ifigenia.
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