También, esa entidad mencionó otro plan, poco conocido entre los más de 600 ya divulgados, para acabar con la vida del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro (1926-2016), como parte de la invasión a Playa Girón (Bahía de Cochinos, para los norteamericanos) en abril de 1961.
Altos oficiales de la CIA elaboraron un complot, el más antiguo de los conocidos hasta ahora sobre el tema, y ofrecieron 10 mil dólares al piloto cubano de un avión que transportaba a Raúl Castro de Praga a La Habana para aparentar un accidente durante el vuelo.
El piloto José Raúl Martínez, quien había sido reclutado previamente por la agencia de inteligencia como informante en Cuba, solicitó que en caso de su muerte el gobierno de Estados Unidos se encargara de asegurar una educación universitaria para sus dos hijos, lo cual fue aprobado.
De acuerdo con los documentos secretos, que incluyen cables entre la sede de la CIA y su estación en La Habana, el complot avanzó rápidamente después de que Martínez informó a William Murray, su ‘manejador’, que había sido seleccionado para el vuelo de Cubana de Aviación que recogería en Praga a Raúl Castro y a otros dirigentes.
Un cable secreto firmado por Tracy Barnes, entonces subdirector de la CIA para planes, y J.C. King, jefe de la división del Hemisferio Occidental, informó a Murray que ‘la posible remoción de tres altos líderes cubanos está recibiendo seria consideración’ en la jefatura de la Agencia.
Preguntaron si el piloto tenía ‘suficiente motivación para incurrir en riesgos y arreglar el accidente en el vuelo de regreso’ de Praga a La Habana, y recomendaron ofrecerle dicha cantidad monetaria más arreglos para rescatarlo después del hecho.
Murray habló con Martínez rumbo al aeropuerto para el vuelo a Praga y reportó a sus jefes que el piloto estaba dispuesto a tomar el riesgo calculado, pero prefería disimular alguna emergencia antes del despegue o un aterrizaje de emergencia sobre agua a unas tres horas de La Habana, y no algo que pusiera en peligro a todos los pasajeros y la tripulación.
Después de que Martínez despegó rumbo a Praga, la CIA envió otro cable con la orden de cancelar el complot, pero ya no había forma para comunicarse con el piloto, quien tras regresar a La Habana dijo a Murray que no hubo oportunidad para el accidente contemplado.
En el caso del atentado contra Fidel Castro, precisó la fuente, el director de operaciones encubiertas de la CIA, Richard Bissell, autorizó en agosto de 1960 lo que se describió como ‘una misión delicada requiriendo acción tipo gángster’.
La idea era contratar los servicios de la mafia para asesinar al líder revolucionario mediante píldoras venenosas creadas por la División de Servicios Técnicos de la CIA.
Finalmente, ello fue suspendido pues se consideró que podría poner en jaque el plan de la invasión a Playa Girón, derrotada por las fuerzas revolucionarias cubanas en menos de 72 horas.
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