El director de Investigaciones, Servicios Especializados y Producción de la entidad, Yorexis González, declaró en exclusiva a Prensa Latina que este proyecto se inició con el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí para revelar también la presencia de otras enfermedades como zika y chikungunya.
Dichas elaboraciones, abundó, proceden del laboratorio de nanobioformulaciones y forman parte de una plataforma de diseño de diagnosticadores de respuesta rápida para casi todos los agentes virales.
Estas facilidades los hacen ideales para estar en la atención primaria de salud pública, estimó el también Doctor en Física en Materiales Avanzados en Nanotecnología.
En esta misma línea, labora el CEA en el diseño de un biosensor para el SARS-CoV-2, gracias al cual se podrá determinar la existencia del virus una vez que se le adicione un tipo específico de nanopartículas al ARN extraído.
Comúnmente, dijo, se encuentran biosensores de antígenos o de anticuerpos, en cambio, este es similar a la tecnología que usa en el método de reacción en cadena a la polimerasa, o PCR, porque con el mismo material genético extraído se detecta la presencia del patógeno en muy poco tiempo.
Otras contribuciones de la entidad a la salud se hallan en el campo de las publicaciones científicas.
Uno de los premios recibidos por la Academia de Ciencias, por ejemplo, se debió a un artículo difundido en la revista Virology sobre la microscopía en muestras clínicas de pacientes cubanos portadores del SARS-CoV-2 mediante todas las tecnologías de avanzada disponibles, acotó la directora del CEA, la Doctora en Ciencias Físicas Angelina Díaz.
El estudio resultó muy útil en la modificación de los protocolos del Ministerio de Salud Pública y fue lo que a la postre avaló el reconocimiento, según afirmó.
Antes de la indagación se creía que, una vez transcurrida una semana, lo que permanecía en el cuerpo eran restos de ARN y constituía la causa de que la prueba de PCR diera positivo.
Con esos estudios, no obstante, se demostró que determinadas personas podían permanecer con el virus por 60 días, añadió.
Gracias a las técnicas microscópicas aplicadas vimos cómo el virus saca las espículas, toma la membrana de la célula como suya y luego las va destruyendo, y eso pudimos apreciarlo tanto en la zona nasal como en la faríngea, remarcó.
También con el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, tras la toma de muestras de pacientes fallecidos, investigamos el daño que el patógeno hacía en los tejidos mediante el estudio de estos con microscopía de transmisión, agregó.
Asimismo, ahondó, gracias a otro estudio muy interesante que salió en la revista Neurology, se alertó sobre los perjuicios del virus en el cerebro.
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