En declaraciones exclusivas a Prensa Latina la docente, distinguida con el título Doctor Honoris Causa de la Universidad de las Artes (ISA), resaltó que esos valores resultaron perceptibles en la XVI edición del Festival Internacional de Coros Corhabana 2022, concluido hace unos días en esta capital.
Según la directora del Coro Nacional de Cuba, esa cita cultural tiene como génesis un encuentro impulsado desde 1999 entre agrupaciones de la mayor de las Antillas y Estados Unidos, con la asistencia en su primera convocatoria de 13 conjuntos del país norteño.
“Después lamentablemente con la llegada de George W. Bush a la Casa Blanca ese intercambio finalizó. Otros países solicitan siempre su participación, mantenemos esa colaboración internacional y alternamos también con otro proyecto similar con sede en la oriental provincia de Santiago de Cuba”, explicó.
Corhabana reunió, en esta oportunidad, a músicos de Matanzas, Villa Clara y Holguín y constituyó, a juicio de Guerra, un festival anhelado tras una pausa de más de dos años como consecuencia de la pandemia de Covid-19 y exitoso por la evolución y la novedad en los repertorios de los invitados.
Auspiciado por el Instituto Cubano de la Música (ICM) y el Centro Nacional de Música de Conciertos, la confluencia artística “fue una de las mejores”, especialmente, gracias a la inclusión de la modalidad online con talleres y conferencias impartidas por prestigiosos directores y musicólogos.
MÚSICA: LENGUAJE UNIVERSAL
La pianista destacó la presencia en la isla de numerosos amantes de esa especialidad, bien sea por el conocimiento y estudio sobre la misma, las tradiciones familiares o la labor emprendida por los intérpretes desde los teatros o conciertos ofrecidos en escuelas y centros laborales.
“Ello fomenta el gusto estético y atrae a un público diverso, no solo a coreutas y profesores. Recientemente, realizamos una gira por Tenerife y en todos los escenarios el auditorio nos ovacionó de pie y solicitó más canciones de las previstas dentro de los espectáculos”, indicó.
En esa comunicación con los espectadores extranjeros, refirió la integrante de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), incide la expresividad propia del cubano, sumado a su gestualidad, entrega, sentimiento y el “hacer suya la música para poderla transmitir con las emociones necesarias”.
Los directores de coro, apuntó, egresan de las prestigiosas escuelas nacionales de arte y su talento permanece en el repertorio y actuaciones de los 29 grupos profesionales existentes en la isla, subvencionados por el ejecutivo y pese a la asfixia económica impuesta por Estados Unidos.
“La cultura sale siempre a la superficie a respirar y resulta visible en el aumento de la calidad de las agrupaciones de la nación caribeña. Somos bien acogidos en los espacios foráneos y estamos abiertos al arte que promueven otros conjuntos en el orbe y al aprendizaje constante”, reconoció.
Guerra tiene como inspiración y brújula la “música bien facturada y escrita”; entre sus sueños, la permanencia cercana de su hija y la unidad familiar, y la continuidad del coro que mantiene bajo su guía desde 1975, labor calificada por ella como un privilegio y la posibilidad de “tocar el corazón de la gente”.
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