Por Víctor Mayorga
Exembajador de Perú en Cuba, jurista, exvocal de la Corte Superior de Cusco, exdiputado. Colaborador de Prensa Latina.
La Organización de Estados Americanos (OEA), en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores -celebrada en Punta del Este, Uruguay, del 22 al 31 de enero de 1962-, excluyó a la República de Cuba del Sistema Interamericano.
Lo hizo con el burdo y falaz pretexto de «una intensificación de la ofensiva subversiva de gobiernos comunistas» y en abierta violación a los principios de libre determinación y soberanía del gobierno y pueblo cubanos.
Justificaron la expulsión de este país porque el gobierno de Cuba se había identificado con los principios del marxismo-leninismo.
El canciller peruano de entonces, sumiso a las órdenes del gobierno norteamericano, votó por la expulsión de Cuba de la OEA.
La posición del representante peruano fue absolutamente contraria y de un total desconocimiento de la tradicional y firme posición de la nación respecto a la no intervención en asuntos de otros países.
Por el contrario, el canciller peruano Raúl Porras Barrenechea, en la séptima conferencia de cancilleres de la OEA, celebrada en San José de Costa Rica del 22 al 29 de agosto de 1960, se opuso a la condena y aislamiento de Cuba.
Dijo entonces que «la vocación unitaria y conciliadora del Perú en el ámbito Americano fue prefijada desde 1826 por el peruano Vidaurre en la primera asamblea anfictiónica de los pueblos de América».
La posición internacional, según lo señalado por el doctor Porras Barrenechea, fue y debe ser de atención obstinada a las soluciones de derecho y de paz.
Tras 10 años de interrupción de las relaciones diplomáticas entre Perú y Cuba, y ejerciendo la presidencia de la República el general Juan Velasco Alvarado (1968-1975), de una posición indiscutiblemente nacionalista, se reestablecieron las relaciones de nuestros países el 8 de julio de 1972.
FRATERNIDAD, SOLIDARIDAD Y RESPETO MUTUO
Los principios en los que se basan estas relaciones son de fraternidad, solidaridad y respeto mutuo. La solidaridad de Cuba con nuestro país tiene como antecedente la presencia de Leoncio Prado y su hermano Grocio en la lucha por la independencia de la isla.
Antes del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, en solidaridad con Perú por la tragedia del terremoto del 31 de mayo de 1970, llegó de Cuba una brigada médica que trajo consigo la sangre donada por su pueblo, siguiendo el ejemplo de Fidel Castro, quien fue el primero en donar su sangre. En esta ocasión se construyeron una red de hospitales en Áncash.
La solidaridad cubana llegó también tras los terremotos de Lima en 1974; en Pisco-Ica, en 2009, y cómo no mencionar la solidaridad con la pandemia de Covid-19.
Tras cumplirse 50 años del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, debe reconocerse que la Cancillería Peruana retomó y mantiene una línea uniforme de condenar el bloqueo económico financiero y comercial contra Cuba.
Lo ha hecho al votar en las Naciones Unidas junto a los demás pueblos del mundo, en contra del ilegal y arbitrario bloqueo contra La Habana.
Como experiencia personal y mientras me desempeñé como embajador extraordinario y plenipotenciario del Perú en Cuba, desarrollamos una intensa labor en las relaciones con los estudiantes peruanos de medicina y otras profesiones en las universidades de la isla.
El gobierno peruano desde entonces, en acto solidario, brindó apoyo al pueblo cubano en ocasión del huracán Sandy que ocasionó serios perjuicios, principalmente en Santiago de Cuba.
Desde la embajada brindamos apoyo y ampliamos las relaciones con los estudiantes, abriéndoles las puertas de la sede diplomática para la realización de sus gestiones.
Durante el gobierno del presidente Ollanta Humala (2011-2016) se gestionó la adquisición de computadoras portátiles para los estudiantes peruanos.
Se suscribieron convenios en educación, salud, deporte, cultura y otros, y se fortalecieron las relaciones con los embajadores de América Latina, El Caribe, Europa, África y Asia.
Finalmente, quiero expresar un saludo y reconocimiento al canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, por la atención que brindó a nuestra representación diplomática, facilitándonos, por ejemplo, el cambio de la sede de la embajada a un local más adecuado.
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