Figuerola, oriundo de la ciudad de Santiago de Cuba, 867.6 kilómetros al este de aquí, cuenta con una impresionante palmarés, engrandecido además por su modestia y sencillez.
El Fígaro, como también es conocido acá en la isla y allende los mares, conquistó la primera medalla de la mayor de las Antillas en una Olimpiada después del triunfo de la Revolución.
Aún en la actualidad es admirado al no poseer un físico para nada extraordinario, pero si excelsas ganas de correr sobre cualquier pista donde pusiera sus pies.
Ganador de la encuesta de Prensa Latina al mejor deportista de Latinoamérica y el Caribe en 1964, el exvelocista solo medía 1,67 metros y pesaba solamente 63 kilogramos.
En diciembre de 2022, Figuerola asistió a la presentación de los resultados finales de la votación anual de este medio de comunicación para elegir a los mejores atletas de la región y la mejor selección.
Con su proverbial modestia, calificó de bien dura la batalla en Roma para ganar la presea olímpica porque muy pocos entendidos contaban con él, pero en su interior el santiaguero sabía que podía sorprender a cualquiera porque llegó a la cita con una excelente forma competitiva.
Según el excorredor, llegó al bloque de arrancada con el corazón queriéndosele salir del pecho y con la mirada puesta sobre todo en el estadounidense Bob Hayes, el gran favorito para subir a lo más alto del podio en el hectómetro.
Tras el disparo del árbitro, todos los espectadores que colmaban el Estadio Olímpico se pusieron de pie y quedaron atónitos al ver a Figuerola cruzar la meta en la segunda posición con un fenomenal tiempo de 10.02 segundos para mandar al canadiense Harry Jerome al tercer puesto (10.03).
Además del subcampeonato olímpico en Roma 1964, Figuerola consiguió los títulos en la Universiada de Sofía 1962 y Porto Alegre 1963, los Juegos Panamericanos de Sao Paulo 1963 y la plata en Chicago 1959 y el subcampeonato de los relevos 4×100 metros de la Olimpiada de México, en una cuarteta integrada también por Hermes Ramírez, Pablo Montes y Juan Morales.
De acuerdo con José del Cabo, entrenador de Figuerola, el exvelocista poseía todas las cualidades para llegar bien lejos, pese a no contar con un físico prodigioso.
Esperen mucho de él vaticinó el profesor de Educación Física tan pronto como lo descubriera y su alumno, negro de color, no lo defraudó.
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