El hecho ocurrido en esa ciudad serbia provocó que el imperio austrohúngaro se enfrentara a Rusia desde el 1 de agosto de ese año, conflicto en el que poco a poco se involucraron todas las grandes potencias del momento divididas en dos bandos.
La Triple Alianza incluía al imperio alemán y al austrohúngaro, mientras la Triple Entente integraba al Reino Unido, Francia y Rusia.
Varias naciones cambiaron de facción según avanzó el conflicto que movilizó a más de 70 millones de militares, en su mayoría europeos, en la que se considera hoy como la guerra más grande de la historia.
La crisis diplomática entre los austrohúngaros y los serbios tras la muerte del archiduque Fernando y su esposa visibilizó un problema subyacente que muchos analistas consideran como el verdadero motivo del conflicto: las tendencias imperialistas y expansionistas de algunas naciones.
Pocas semanas después todas las grandes potencias europeas estaban inmersas en el conflicto que en breve se extendió por el orbe.
En noviembre de 1914 el imperio otomano entró en la guerra, Italia y Bulgaria se unieron en 1915, Rumania en 1916 y Estados Unidos un año más tarde.
Precisamente en 1917, tras años de relativo estancamiento, el conflicto avanzó hacia su desenlace con la firma en marzo de un acuerdo de paz entre Rusia y las potencias centrales.
Más tarde, en noviembre de 1918, los austrohúngaros solicitaron un armisticio, decisión imitada por Alemania, lo cual puso fin a la conflagración con la victoria aliada.
Como consecuencia, cuatro grandes imperios dejaron de existir: el alemán, el ruso, el austrohúngaro y el otomano.
El mapa geopolítico de Europa y sus fronteras cambiaron y varias naciones se independizaron o se crearon.
No obstante, el auge de los movimientos nacionalistas, la debilidad de los estados democráticos, la humillación alemana tras su derrota, las grandes crisis económicas y el auge del fascismo condujeron dos décadas después a otro conflicto de similares características: la Segunda Guerra Mundial.
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