Con el fin del estado de excepción, a partir de una ley adoptada en julio en la Asamblea Nacional, el uso de la máscara no será obligatorio ni en los centros de salud, y el gobierno no podrá establecerlo, a menos que se apruebe una norma en el Parlamento, donde el oficialismo ya no tiene la mayoría absoluta.
Sin embargo, el empleo de la máscara continúa fuertemente recomendado en el transporte público y en espacios cerrados, en medio de la séptima ola de contagios con la enfermedad viral, que aunque ya pasó su pico epidemiológico, provoca a diario decenas de miles de casos y hasta un centenar de fallecidos.
La conclusión el 31 de julio de la urgencia sanitaria también implica que en Francia no será posible aplicar medidas como el confinamiento o el toque de queda, las cuales abundaron a nivel nacional y local en 2020.
Tampoco el gobierno podrá recurrir a herramientas como los pases sanitario y de vacunación, que fueron exigidos en meses previos para acceder al país y a lugares públicos, entre ellos cines, teatros, museos, estadios y restaurantes.
Para el Ejecutivo, el principal recurso en caso de un nuevo rebrote de la Covid-19 en el actual escenario es la reinstauración de los controles en frontera, en particular la exigencia para ingresar al territorio nacional o circular por el mismo de un resultado negativo de una prueba para detectar la enfermedad.
Esta medida solo será aplicable ante la irrupción de una variante peligrosa del coronavirus SARS-CoV-2.
Como parte del cese de la urgencia sanitaria, la víspera dejó de funcionar el Consejo Científico, un órgano asesor activado por el ejecutivo en marzo del 2020 para apoyar la gestión de la crisis, a la que se atribuye en Francia más de 150 mil decesos.
De acuerdo con el ministro de Salud, François Braun, el Consejo será reemplazado por un comité de científicos de alto nivel, al cual definió como independiente, transparente y muy reactivo.
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