Las muestras de solidaridad y apoyo llegaron desde todas las provincias del país y hermanos de varios continentes enviaron medicamentos y otros insumos a los hospitales matanceros para enfrentar la situación de la Zona Industrial.
La noche del viernes 5 de agosto será inolvidable para los cubanos, quienes no tenían un referente de accidentes de grandes proporciones como el ocurrido en uno de los tanques de combustibles por el impacto de un rayo.
Fuego y viento destruyeron cuatro de los depósitos de petróleo, y a su vez, aportaron al sufrimiento eterno de familiares y amigos de los caídos en el cumplimiento del deber.
Matanzas guardará un sitio exclusivo para rendirle tributo eterno a los fallecidos, y la ciudad nunca olvidará los instantes en los cuales las noches se hacían días por las llamas.
Hasta el lugar de los hechos llegaron bomberos de provincias cercanas porque aquel era su Moncada, reafirmaron, mientras que en todo el país jamás faltó la disposición de hacer, aportar, donar sangre y acompañar en el sentimiento por las pérdidas. El incendio demostró la valentía, resistencia, unidad, hermandad y fe del cubano en situaciones decisivas cuando está en peligro la existencia, la vida, el ser.
Como un momento duro y sobrecogedor definió el presidente cubano, Miguel Diaz-Canel el instante de los honores en las honras fúnebres a 14 fallecidos, cuyos restos fue imposible de identificar por las altas temperaturas en el sitio del desastre.
En Matanzas triunfó la voluntad y la solidaridad. También hay lágrimas, dolor, y la seguridad de que la patria os contemplará siempre, orgullosa, a los hijos ausentes.
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