Fidel Vascós González*, colaborador de Prensa Latina
En ese documento se aborda el origen de la Química en nuestro país, su vínculo con la SEAP y con la industria azucarera. La SEAP se fundó el 9 de enero de 1793 y en fecha tan temprana como el primer semestre de 1794 aprobó el financiamiento, entre otros destinos, para la fundación de la Cátedra de Química, también llamada Escuela de Maestros de Azúcar, y la Cátedra de Botánica con el objetivo de promover la enseñanza de los procesos más modernos en la producción azucarera.
Se ratificaba así la importancia de la proyección de esta rama que en pocos años se convertiría en el primer renglón de la economía de la colonia.
Pero no solo eran en la química y la botánica los esfuerzos de capacitación y enseñanza de la SEAP en aquellos tiempos. A ellos se unían la promoción de la física experimental, las matemáticas, la anatomía experimental y la economía política.
Los primeros pasos
La amplitud de miras de la Sociedad Económica de Amigos del País le viene dada porque como explicó el sabio cubano Don Fernando Ortíz, la SEAP era: la hija del Iluminismo, proceso de enriquecimiento conceptual y práctico nacido en Europa e impulsado en España por el Rey Carlos III y que sirvió a la articulación de los procesos económicos, políticos y sociales que se desarrollaban tanto en la metrópoli como en sus colonias.
En Cuba los principales impulsores de esta corriente de avanzada en el pensamiento y la acción fueron Don Luis de las Casas y Arragorri, Gobernador y Capitán General de 1790 a 1796; Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, Obispo de La Habana durante 30 años desde 1802; y Alejandro Ramírez Blanco, Intendente de Hacienda desde 1816.
Se comprende que en el presente Taller no es posible abordar todas las temáticas que en sus primeros años impulsaba la SEAP en Cuba.
Teniendo en cuenta que entre ellas la química ya tiene un lugar preponderante en este evento, me pareció oportuno decir unas palabras sobre los empeños iniciales de nuestra institución en la promoción de los estudios de la Economía Política. Para ello me apoyaré en el exhaustivo libro sobre el tema de la Doctora en Ciencias Graciela Chailloux Laffita.
Durante el siglo XVIII comienza a modificarse en Europa, sobre todo en Inglaterra, el concepto de que la riqueza se definía por la tenencia de los metales preciosos extraídos de las colonias y toma fuerza la idea de que era el valor de la industria manufacturera lo que constituía la fuente de la riqueza de las naciones.
La Ilustración en curso sometió a todas las actividades humanas al criterio de la razón cuya especialización determinó la aparición de las ciencias particulares, destacándose la economía política entre las ciencias sociales.
La Revolución de Haití, influencia y repercusión en Cuba
La necesidad de potenciar los recursos naturales en Cuba coincide con el estallido de la Revolución de Haití en 1791, la cual provocó significativos cambios en el mercado mundial. En estas condiciones, la producción y exportación del azúcar cubana sustituye a la haitiana en el comercio internacional, lo que determina cambios en el pensamiento económico de la Isla tendientes a fundamentar la política económica que fomenta la riqueza ya no en los metales preciosos como aseguraba la teoría mercantilista, sino en la manufactura.
A ello coadyuvó el papel desempeñado por las publicaciones de la época en la Colonia, como el Papel Periódico de la Havana, aparecido en 1790, y el Diario del Gobierno de La Habana, de 1810, los cuales difundían ideas de avanzada en la identificación de los problemas de la economía del país.
También hay que mencionar como antecedente las obras de destacados pensadores y funcionarios como el Alcalde de La Habana Bernardo Joseph de Urrutia Matos (1749), quien se opuso a trasladar el centro de las operaciones comerciales de la Isla a Cádiz o Sevilla, defendiendo que el monopolio quedara en La Habana.
Nicolás Joseph de Ribera escribió la Descripción de la Isla de Cuba (1752) y Discurso sobre el comercio y la navegación (1756) y consideraba que la riqueza se establecía sobre la base de la población y el comercio. De Ribera explicaba que la agricultura y la industria eran las verdaderas minas inagotables de la sociedad humana y que la riqueza de los metales era meramente una convención.
En 1787 el funcionario colonial Antonio de la Paz redactó una propuesta de política económica para la Isla donde planteaba impulsar, en primer lugar, las producciones de azúcar y tabaco como principales, así como, además, la cera, el café, el algodón, el añil, el cacao, el carey, las maderas, la canela y el té.
Como Tesorero de la Administración de Rentas de La Habana, De la Paz abordó con profundidad el tema monetario dejando establecida la importancia del dinero para la producción y el comercio mundial. Subrayaba que la economía cubana debía basarse en la tierra, el dinero, los brazos y el comercio exterior. Habida cuenta de la poca población de peninsulares en Cuba, era partidario de la esclavización del africano, pero traído directamente de África para evitar a los intermediarios que encarecían el producto final.
La importancia de Francisco de Arango y Parreño
No obstante la importancia de estos antecedentes, la Dra. Chailloux atribuye la paternidad exclusiva de las políticas económicas en Cuba a Francisco de Arango y Parreño y reafirma que con Arango se asentó definitivamente el proceso continuo de recepción y recreación del pensamiento económico universal, así como el de creación de los principios que exigían la especificidad de la realidad de Cuba, destacando su obra Discurso sobre la agricultura en La Habana y medios de fomentarla (1792).
Es en este marco conceptual y de propuestas prácticas para el desenvolvimiento de la economía cubana que en 1815 la Sección de Educación de la SEAP anuncia la creación de una Cátedra de Economía Política en el Colegio-Seminario de San Carlos impulsada por el obispo Espada.
Nace la Catedra de Economía Política
La Cátedra de Economía Política se fundó el 14 de octubre de 1818 siendo contemporánea a las Universidades de Columbia y de Harvard, en Estados Unidos, y a la fundada por Juan Bautista Say en Francia. Antes se habían fundado en España (1813), en Nápoles (1765), en Milán (1768) y en Glascow, donde impartía clases el propio Adam Smith. El día de la inauguración, el discurso fundacional estuvo a cargo del presbítero Licenciado Don Juan Justo Vélez, designado primer profesor de la Cátedra.
En sus palabras definió la Economía Política como “el gran arte que enseña el modo con que se forman, se distribuyen y se consumen las riquezas”. Y sentenció una ecuación válida para la actualidad cubana al subrayar: “Esta opulenta Isla crea valores suficientes para pagar al extranjero todo lo que nos introduce y para hacer acumulaciones e invertirlas reproductivamente”.
El contenido del programa de estudios de la Cátedra recogía lo mundialmente más avanzado de la teoría económica del momento. Defendía el liberalismo económico en base a las ideas de Adam Smith, Juan Bautista Say y David Ricardo.
El texto principal de la bibliografía utilizada era el “Tratado de economía política” del francés Juan Bautista Say (1767-1832), también ampliamente divulgado en España. La primera edición del Tratado en su idioma original apareció en 1803 y su traducción al castellano, en 1804. Para facilitar su comprensión el propio Vélez preparó un Compendio del libro con un glosario de 80 términos de los más importantes en el sistema de categorías utilizadas por Say.
Say pertenecía al grupo fundador de la Escuela Clásica de la economía y en tiempos de Napoleón Bonaparte, con quien tuvo desavenencias, se dedicó como empresario a la producción de tejidos de algodón, labor en la que acumuló éxitos.
En el terreno teórico se destacó como divulgador de la gran obra de Adam Smith “La Riqueza de las Naciones” (1776). En este empeño aportó sus propias ideas siendo autor de la Ley de los Mercados, más conocida como la Ley de Say, cuyo controvertido contenido tiene defensores y detractores.
En síntesis, lo que plantea la Ley de Say es que la oferta de producción en general crea también una demanda en general del mismo valor, vinculadas ambas mediante el dinero como intermediario y donde también juegan los precios como factor de compensación, por lo que, concluía Say, en el sistema del liberalismo económico no pueden existir crisis de sobreproducción ni de subconsumo, salvo por la incidencia de factores externos al ciclo económico.
Por su parte, Vélez, en su Compendio, no se limitó a exponer solamente lo recogido en el Tratado por Say, sino que aportó sus propias consideraciones. Defendió el principio de Adam Smith acerca de que el dinero no es la riqueza de las naciones, sino que la fuente de ésta son las industrias agrícola, fabril y comercial.
Explicando la categoría de “capital productivo” Vélez escribe: “Concluimos, pues, en que las riquezas consisten en el valor de la industria humana, ayudada de los agentes naturales, y en que son susceptibles de ser creadas y destruidas, aumentadas y disminuidas. El desenvolvimiento de cómo opera esto es lo que constituye la ciencia de la economía política”.
Defendiendo el liberalismo económico y la propiedad privada, Vélez demanda las responsabilidades del Estado en todo lo que no sea del interés individual, pero que resulte necesario a su realización.
Un aspecto de interés en el magisterio de la Cátedra fue la realización de concursos en los que se ponían a prueba a los estudiantes, a quienes se les instaba aplicar sus conocimientos a la realidad de Cuba.
Al ser promovido Vélez a superiores responsabilidades en el proceso educativo, lo sustituyó José Agustín Govantes, alumno que fuera de Félix Varela y del propio Vélez.
Además de su labor docente, Govantes divulgó ampliamente la ciencia económica desde varios periódicos habaneros. Entre los temas que abordó creía en el triunfo infalible del liberalismo económico en cualquier latitud y estructura social y productiva; así como en la población como factor de producción.
Fundamentó su discrepancia con la teoría de las ventajas comparativas de David Ricardo, autor que las consideraba en forma absoluta. Al contrario de Ricardo, Govantes opinaba que el comercio realizado sobre la base del intercambio de valores no garantizaba siempre ventajas mutuas para todas las partes, vislumbrando así el intercambio desigual. Consideró que la industria y el comercio ocupaban el primer lugar en el desarrollo de las naciones, a diferencia de Say que ponía la agricultura en igual nivel de importancia que los otros dos factores. Puso énfasis en la plena libertad del empresario calificando de perniciosa la intervención del Estado.
Adversidades ante el desarrollo de la Cátedra
Hay que decir que en su desarrollo, la Cátedra de Economía Política enfrentó varios escollos adversos. Entre ellos, el aumento del trabajo esclavo sin libertades ciudadanas, y no del trabajo libre. A su vez, en la economía colonial de la época no se concebían como mercancía, para su compra-venta, ni la tierra ni el capital. Junto a ello, el cierre del período constitucional y la restauración del absolutismo en la metrópoli en 1823 resultaron un golpe mortal a la Cátedra, que desapareció en 1824.
La existencia preponderante de la economía de plantación en Cuba basada en el trabajo esclavo y en la concentración monopólica de las decisiones en la metrópoli impidió el avance hacia una economía de librecambio capitalista promovida en los estudios de la Cátedra de Economía Política.
Dieciocho años después, en 1842, la Sociedad Económica de Amigos del País restableció la Cátedra de Economía Política, esta vez bajo la dirección de Antonio Bachiller y Morales, pero la ejecutoria de sus estudios no alcanzó el alto vuelo de su antecesora.
Los textos de referencia no eran de los clásicos de la economía ni en los exámenes y concursos se promovía investigar y solucionar los problemas económicos de Cuba. Por su parte, en la Universidad de La Habana se incluyó la asignatura de Economía Política en los estudios de derecho y así se mantuvo desde 1842 hasta mediados de la década de 1950.
Nuevos derroteros en el siglo XX
Ya avanzado el siglo XX, las nuevas exigencias de la ciencia económica determinaron el surgimiento del análisis cuantitativo de la macroeconomía en el cual se distinguieron en Cuba unos pocos graduados en universidades de otros países como Regino Boti, Julián Alienes, Felipe Pazos y Joaquín Martínez Sáenz.
No es el objetivo de esta presentación abordar los estudios de Economía Política en etapas posteriores a las aquí ya tratadas. Pero es menester subrayar que si hace más de doscientos años la Sociedad Económica de Amigos del País se percató de la importancia de estos estudios y avanzó en ellos, hoy no existen Cátedras de Economía Política en nuestras universidades.
Sobre esta ausencia y para superarla se refirió el Dr. José Luis Rodríguez, Premio Nacional de Economía y de Ciencias Sociales, en reciente reunión pública de académicos con el Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez. Es de esperar que más temprano que tarde se rectifique esta circunstancia.
* Doctor en Ciencias Económicas; Presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP) (2015-2018); Ministro-Presidente del Comité Estatal de Estadísticas de Cuba (1976-1994); Director de la Revista Bimestre Cubana.
rmh/fvg
(Tomado de Firmas Selectas)