En los últimos años las autoridades sanitarias responsables fueron abandonando las zonas rurales, asignando menos recursos y menos personal generando, según el informe, un aumento de las diferencias en la esperanza de vida con respecto a las urbes, un menor acceso a la atención hospitalaria y el envejecimiento del personal sanitario.
El estudio constató que en los pueblos un solo médico debe cubrir un área de 30 kilómetros cuadrados de media, frente a cinco en las zonas urbanas, y que el 63 por ciento de la población rural carece de médicos de cabecera.
Para poder alcanzar una proporción de un médico generalista por cada mil habitantes, harían falta al día de hoy 6 mil galenos, y únicamente el 18 por ciento de las zonas rurales llegan a este objetivo, añadió el informe.
Según la AMRF consultar a un médico en las zonas rurales es seis veces más difícil que en las ciudades, y a ello hay que añadir que hay provincias del centro y del oeste del país que carecen de especialistas, especialmente en áreas como anestesia, ginecología, pediatría y psiquiatría.
Para hacer frente a esta desertización médica la AMRF propuso cuatro medidas concretas: diversificar la formación de los estudiantes de medicina, animándoles a ejercer en zonas rurales; crear equipos de atención coordinada; facilitar la instalación de profesionales sanitarios en las provincias; y mejorar la colaboración entre los médicos locales y los del hospital.
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