Desde el inicio de la legislatura Macron marcó como prioridad la aprobación de esta ley, que pretende elevar hasta los 65 años la edad legal de jubilación, a pesar de la mayoritaria oposición social que hay a tal medida.
Para la parlamentaria Anne Stambach-Terrenoire, adscrita al grupo parlamentario Nueva Unión Popular Ecológica y Social (Nupes), Macron “se obstina en una reforma extremadamente impopular” a la que “entre siete y ocho de cada diez franceses se oponen”, y por tal motivo aseguró que si trata de aprobarla “a la fuerza, propondremos una moción de censura”.
La diputada izquierdista calificó la propuesta como “inútil e innecesaria”, aseverando que “son los mejores años de la jubilación los que nos quieren robar”, pues “una cuarta parte de los franceses más pobres mueren antes de los 62 años y la esperanza de vida con buena salud está disminuyendo”, dijo.
A su vez el diputado Francois Ruffin, integrante también de Nupes, valoró la posibilidad de realizar un referéndum sobre la controvertida ley, para que sea el pueblo francés y no los parlamentarios quien decida, y consideró que este proyecto de reforma pone en juego el mandato de Macron.
Ruffin restó importancia a las amenazas del presidente de apelar al artículo 49.3 de la constitución, y disolver la Asamblea nacional en caso de un voto de censura a su Gobierno, asegurando que “no tengo ningún problema en volver a la campaña (electoral), me gusta”, dijo.
“Hoy, el país necesita apaciguamiento, serenidad y eso no es lo que aporta Emmanuel Macron”, añadió, “cuando te comportas así, cuando haces reformas contra el pueblo, sin el pueblo, al final produces un desgaste de la democracia”, aseguró.
Días atrás, también el secretario nacional del Partido Comunista francés (PCF), Fabien Roussel, expresó su deseo de que los franceses fueran «consultados en referéndum» sobre la reforma de las pensiones.
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