Los pobladores de la ciudad de Hasakeh y las comunidades a su alrededor no tienen acceso al agua desde hace más de dos meses, lo cual constituye un acto criminal, inhumano e inmoral, afirmó la Cancillería siria por medio de un comunicado.
Explicó que las fuerzas turcas presentes ilegalmente en el país y las milicias extremistas locales que operan bajo su mando impiden el funcionamiento de la planta de agua en la ciudad de Ras al-Ain que está bajo su control, teniendo en cuenta que es la principal fuente de este líquido.
Según la declaración, el hecho de que las Naciones Unidas y sus organizaciones no condenen estas acciones hostiles pone su credibilidad en juego.
Hacer caso omiso a este crimen por parte del demandante de derechos humanos desenmascara sus agendas reales y dobles estándares, denunció.
Las autoridades sirias denuncian que la continuación de tal corte del vital líquido conduciría a desastres humanos y pandemias, y aseguran que Ankara redujo al mínimo el nivel del recurso hídrico que fluye a Siria desde el río Éufrates considerado la fuente principal de agua potable y para el riego para toda la región nororiental.
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