Según los cálculos realizados, el 47,2 por ciento de la pesca industrial del país procedió de áreas marinas protegidas, sobre las cuales es el Estado quien tiene plenos derechos de explotación de sus recursos naturales.
Para obtener este dato, los autores del estudio cruzaron los datos de la plataforma Global Fishing Watch, que registra las actividades de los buques pesqueros de todo el mundo, con los datos cartográficos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente sobre las áreas marinas protegidas de Francia.
El resultado mostró que en apenas seis años el número de capturas en aguas protegidas se duplicó, pasando del 21,8 por ciento de 2015 al 47,2 por ciento actual, a pesar de que en ese periodo también se incrementó la superficie de las reservas, parques naturales, zonas Natura 2000 y otros tipos de espacios destinados a proteger la biodiversidad marina.
“Cada vez se crean más zonas marinas protegidas, pero no tienen ningún efecto, ya que los barcos siguen con las mismas estrategias de pesca”, señaló Swann Bommier, responsable de promoción y campañas de Bloom y coautor del estudio.
Las zonas marinas protegidas cubren el 43,5 por ciento de la zona económica exclusiva de Francia continental, pero según un estudio científico publicado en 2021 en la revista Marine Policy, únicamente el 0,03 por ciento de su superficie está bajo «protección estricta», es decir, sin ninguna pesca.
“Nos jactamos de haber creado la segunda zona marina protegida más grande del mundo y de haber superado el objetivo de proteger el 30 por ciento de las zonas marítimas francesas. Pero en realidad, el gobierno está dando un cheque en blanco a los lobbies de la pesca industrial” consideró Bommier.
El problema es la falta de regulación en las zonas marinas protegidas, lo cual en opinión del investigador contraviene “todas las recomendaciones científicas”, que apuntan a que entre el 30 y el 50 por ciento de la superficie del océano debería beneficiarse de una protección alta o estricta, ya que otros niveles suelen ser ineficaces.
Según Bloom, Francia debería ajustar su política a las normas científicas internacionales y prohibir la pesca industrial en sus zonas marinas protegidas y cualquier tipo de capturas (industriales o artesanas) en al menos el 10 por ciento de sus aguas, para permitir la regeneración del océano.
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