Aquellas palabras devinieron en el documento La historia me absolverá, reconstruido por el estadista y abogado durante su permanencia en la cárcel de Isla de Pinos y encomendado para su conformación a Melba Hernández y Haydee Santamaría.
De acuerdo con la periodista y novelista Martha Rojas, testigo de los sucesos del 26 de julio de ese año y del mencionado juicio, las palabras de Fidel, impresas y distribuidas posteriormente de manera clandestina, denunciaron los crímenes cometidos luego de los asaltos a fortalezas militares.
Las acciones de toma de los Cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, determinarían el comienzo de la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958), pero diversas razones determinaron el incumplimiento de ese objetivo.
Tras los acontecimientos, Batista ordenó la eliminación de 10 asaltantes por cada soldado del régimen muerto en combate y, por consiguiente, la mayoría resultaron asesinados y los sobrevivientes, perseguidos, enjuiciados y sentenciados a prisión.
El alegato del dirigente revolucionario condenaba también la crisis de las instituciones políticas y los problemas sociales existentes, agravados luego del golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, sumado al estricto control, amenazas y represión policial de la época.
Además, estableció entre las directrices futuras la educación, reforma de la enseñanza, salud, solidaridad con otros pueblos, significación del turismo para el progreso económico de la isla, la creación de cooperativas y la participación de los trabajadores en determinadas industrias.
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