Los trabajadores en paro en cinco sitios de la compañía votaron como cada mañana por mantener la medida, en un escenario de presión desde el Gobierno para que le pongan fin y de penuria de combustibles a nivel nacional, con largas filas, restricciones y muchas estaciones de servicio cerradas.
Según la ministra de Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher, un 27,3 por ciento de las instalaciones proveedoras tuvieron ayer problemas de suministro, contra un 28,5 el viernes.
La situación ha mejorado algo después del fin de la huelga en la filial de la petrolera estadounidense ExxonMobil y de algunos despachos de carburantes permitidos por la CGT en la refinería de Donges.
El sindicato exige el incremento de salario en un contexto marcado por la inflación y las enormes ganancias de TotalEnergies, que reconoció beneficios por más de 10 mil millones de euros en el primer semestre. La huelga divide a los franceses en cuanto a su rechazo o apoyo, mientras desde la izquierda varios de sus líderes respaldan la medida y llaman al Gobierno a establecer un impuesto para las “superganancias”.
Para el ministro de Cuentas Públicas, Gabriel Attal, es inaceptable que continúe el paro, después de que la compañía TotalEnergies alcanzara esta semana un acuerdo con sindicatos que representan a la mayoría de los empleados, con un aumento de salario entre el cinco y el siete por ciento pactado.
De acuerdo con la CGT, la protesta se extenderá hasta el martes, día en el que sindicatos protagonizarán una jornada de huelga interprofesional para demandar mejores sueldos.
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