Como ya es tradición, la compañía que honra el legado de la también coreógrafa depositará ofrendas florales ante su tumba y, en los próximos días, concretará el homenaje desde los escenarios del 27 Festival Internacional de Ballet de La Habana que lleva su nombre.
Considerada la bailarina más universal de la isla, Alicia lideró la escuela cubana de ballet fundada junto a Fernando y Alberto Alonso, la cual trascendió por ser única en el continente americano y una de las seis más reconocidas en el mundo.
El Ballet Nacional de Cuba, creado por ellos tres en 1948, fue distinguido por el gobierno cubano como Patrimonio Cultural de la Nación al tiempo que la artista recibió el Premio Nacional de Danza en Cuba, la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid, en España, y el Premio ALBA de las Artes, un lauro solo concedido a personalidades reconocidas del continente.
En 2000, el Consejo de Estado de la República de Cuba otorgó a Alonso la máxima condecoración de la isla, la Orden José Martí, y en 2015 igualmente dispuso sumar a la denominación del Gran Teatro de La Habana el nombre de Alicia Alonso.
En 2003, el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac, le confirió el grado de Oficial de la Legión de Honor y, en 2002, fue investida como Embajadora de Buena Voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, según sus siglas en inglés).
Además, dicha organización creó en 2018 oficialmente la Cátedra Iberoamericana de Danza Alicia Alonso, adscrita a la Universidad Rey Juan Carlos, de España, en Madrid.
Muchos más premios adornan la vida de la legendaria artista, incluido el de Estrella del Siglo, otorgado por el Instituto Latino de la Música por haber sido una promotora de la cadencia latina desde la danza clásica.
Alonso participó en la fundación del American Ballet Theatre en Estados Unidos en la primera mitad del siglo XX.
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