Por Marta Denis Valle
Historiadora, periodista y colaboradora de Prensa Latina
Luchador clandestino contra las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista, varias veces sufrió prisión y estuvo exiliado en México. Fue sobre todo un gran crítico, orador y ensayista, y al mismo tiempo un político notable, marxista y martiano; enlace entre la Revolución del 30 y la Revolución triunfante en 1959.
Nació en Jicotea, Las Villas, el 2 de noviembre de 1898, y falleció en La Habana, el 27 de marzo de 1977. De las mentes más lúcidas en la Cuba de su generación, interpretó como nadie a José Martí (1853-1895), a quien vio proyectado al futuro (artista-escritor, político, humanista, revolucionario), sin encasillarlo en el pasado.
Marinello fue uno de los primeros estudiosos que acometieron el enjuiciamiento e interpretación cabal y valoración de la vida y obra de Martí, de forma dual ético-estética, hasta atrapar sus esencias profundas de hombre pleno, latinoamericano y universal, de todos los tiempos.
La felicidad le sonrió cuando en 1927 contrajo matrimonio con María Josefa Vidaurreta y publicó su primer libro, Liberación, poesías que dedicó en su primera página al amor de su vida (“Para Pepilla de su Juan”), como el resto de su obra en sus casi 50 años de unión perfecta.
Antes, el estudiante eminente Marinello, de familia acomodada, se graduó de Doctor en Derecho Civil (1920) y Doctor en Derecho Público (1921) en la Universidad de La Habana, y recibió una beca de viaje en la Universidad Central de Madrid (1921-1922).
De regreso irrumpió con fuerza en la que él denominó la década crítica. Fundó con Rubén Martínez Villena la Falange de Acción Cubana -electo vicepresidente-, formó parte del ejecutivo del Movimiento de Veteranos y Patriotas (1924), y defendió como abogado en 1925 a Julio Antonio Mella y otros revolucionarios.
Quienes se acerquen a su amplia bibliografía sin conocer antes su biografía política y social, caerán en el error de pensar que su rica producción fue el resultado feliz en un ambiente de tranquilidad y reposo.
MARINELLO ENTERO
Amigo más allá de la muerte de los líderes de su generación Mella (1903-1929) y Martínez Villena (1899-1934), integró con ambos el liderazgo de la juventud que rompió ansiosa los moldes neocoloniales en la década de 1920 y brilló desde entonces dentro de la vanguardia artística.
Varios hechos marcaron la vida de Marinello. Participó en la Protesta de los Trece (La Habana, 1923), fue cofundador de la Revista de Avance y miembro del Grupo Minorista (1927). En 1926 fundó con Fernando Ortiz la Institución Hispano Cubana de Cultura -vicepresidente y presidente de la Comisión de Conferencias- y promovió amplias relaciones con los más destacados intelectuales españoles.
Marchó en la manifestación estudiantil del 30 de septiembre de 1930, la cual aceleró la lucha contra la dictadura de Machado, siendo ya un destacado profesor y por primera vez estuvo en la cárcel.
Hasta estos sucesos fue un artista moralmente identificado con su tiempo y muy cercano a los líderes comunistas Julio Antonio Mella (asesinado un año antes en México por orden de Machado) y Rubén Martínez Villena, compañero de estudios.
En 1933 trajo a Cuba desde México las cenizas de Mella que bajo la represión del siguiente “hombre fuerte”, Fulgencio Batista, debió proteger durante muchísimos años.
Había resuelto Marinello la contradicción entre el intelectual y el hombre de acción, cuando en enero de 1934 despidió el duelo de Martínez Villena, víctima de la tuberculosis, quien por sus ideas renunció a un brillante futuro como poeta.
Ni en los momentos angustiosos tomaba un descanso en la labor intelectual. Quizás esto explica la agudeza crítica y no prodigar lisonjas inmerecidas, ética que ejerciera desde las tertulias literarias juveniles de La Habana.
La mayor parte de su prolífica y sustanciosa obra transcurrió entre los desasosiegos de las luchas sociales, el exilio, las detenciones e incluso el presidio político.
Defensor de la República Española (1936-1939), tomó parte en el Congreso de Escritores y Artistas por la Defensa de la Cultura, celebrado en 1937, en Valencia, Madrid, Barcelona y París.
Su voz conmovió a las multitudes en reclamo de solidaridad hacia el pueblo español en Cuba, otros países de América Latina y Estados Unidos.
Marinello presidió sucesivamente el Partido Unión Revolucionaria (1937), el Partido Unión Revolucionaria Comunista (1939-1944) y el Partido Socialista Popular (1944-1961). Fue delegado a la Asamblea Constituyente de 1940, representante a la Cámara, senador y ministro sin cartera.
Al triunfo de la Revolución, se entregó en diversas tareas al servicio de su país como en los tiempos de juventud. En 1962 proclamó la Reforma Universitaria, siendo rector de la Universidad de La Habana.
Integró la comisión que redactó la Constitución de 1976, fue miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, diputado, embajador y representante de Cuba ante la Unesco, y presidente del Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos.
arb/MDV