El estudioso destacó el quehacer de Felipe Martínez Arango, considerado el padre de la arqueología moderna aquí, quien junto a sus discípulos aportó significativos conocimientos acerca del mundo aborigen, adelantados en unos tres mil años a la fundación de la villa en 1515. Señaló que habitualmente las reseñas históricas tienden a partir de ese momento y obviar “olímpicamente” esos orígenes, verdaderos cimientos de la civilización humana.
Duharte resaltó, en la arqueología colonial, los aportes del investigador de origen catalán Francisco Prats Puig, artífice de la restauración de la vivienda atribuida al Adelantado Diego Velázquez, que se ubica en el centro histórico fundacional y es considerada entre las más antiguas de Latinoamérica.
Evocó igualmente sus faenas en la recuperación de la casa natal del primer Poeta Nacional, José María Heredia, y del conjunto de la fortaleza de San Pedro de la Roca del Morro, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1998.
La huella francesa en el sur-oriente cubano es, de acuerdo con el experto, otro de los ámbitos de hallazgos arqueológicos, en los cuales fue muy importante el trabajo de Fernando Boytell Jambú, a quien se reconoce también en las trazas relacionadas con la presencia de suecos en esta geografía.
Apuntó que Boytell fue el artífice de las obras vinculadas al cafetal La Isabelica, ubicado en la hacienda de la Gran Piedra que es el epicentro del sitio arqueológico de esas antiguas plantaciones, distinguido con esa alta categoría mundial de la Unesco en el 2000.
Elogió el profesor los trabajos realizados por los arqueólogos y otros trabajadores de la Oficina del Conservador de la Ciudad en la rehabilitación total del cafetal Fraternidad, otro de esos enclaves de gran valor patrimonial en el territorio santiaguero.
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