El proyecto de cooperación da continuidad a un programa similar de 2006, cuando el país estuvo a punto de erradicar el analfabetismo, pero se frustró por el golpe de estado al entonces presidente Manuel Zelaya y hoy el índice de iletrados supera el 11 por ciento de la población total.
EL MÉTODO
Concebido entre 2001 y 2002 por el impulso del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, y la investigadora Leonela Relys, Yo, sí puedo es un método de enseñanza compuesto, en el que se utilizan los números para facilitar el proceso de aprendizaje de la lecto-escritura mediante la asociación de cifras con letras.
La propuesta pedagógica combina la enseñanza presencial con audiovisuales y la coordinación de un facilitador, que garantiza una proyección social transformadora de los estudiantes. También cuenta con versiones en otros idiomas, además del español, e incluso el Sistema Braille, para invidentes.
De acuerdo con varias fuentes, la aplicación del sistema cubano permitiría alfabetizar en solo siete semanas a grandes grupos de personas iletradas, quienes tendrían la oportunidad de avanzar más en su formación con la ampliación del método denominada Yo sí puedo seguir.
Expertos señalan como beneficios su bajo costo económico para la implementación, la posibilidad de adaptarlo a las necesidades e identidad específicas de cada estudiante o comunidad y la necesaria participación de los distintos actores sociales en la transformación de la realidad de quienes aprenden a leer y escribir.
IMPACTO MUNDIAL
Más allá de sus aportes teóricos, el método, devenido programa solidario, permitió desarrollar una revolución cultural en varios países en desarrollo, como por ejemplo Venezuela y Bolivia, que con su empleo eliminaron el analfabetismo.
Existen evidencias de su aplicación en contextos tan diversos como las comunidades aborígenes australianas, venezolanas y brasileñas hasta zonas urbanas de España y Nueva Zelanda.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) le otorgó en 2006 el Premio Alfabetización Rey Sejong con el que reconoció que se trataba de un modelo de enseñanza de nuevo tipo mucho más integrador y humanista.
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