En el empeño participaron investigadores del Centro de Gestión de la Información y Desarrollo de la Energía (Cubaenergía), de la Agencia de Energía Nuclear y Tecnologías de Avanzada (Aenta), el Centro de Contaminación y Química de la Atmósfera del Instituto de Meteorología, y el Centro de Estudios Ambientales de Cienfuegos.
Unos de los trabajos se basó en la aplicación de modelaciones matemáticas para determinar las concentraciones máximas probables para obtener de los principales compuestos contaminantes emitidos hacia la atmósfera y su ubicación.
El uso de esas herramientas fue clave en la toma de decisiones centradas en prevenir los impactos nocivos en la salud humana de los residentes en las áreas más expuestas a la contaminación del aire, y en establecer los sitios de muestreo, que se ubicaron en las provincias de Matanzas, Mayabeque y La Habana.
La especialista de Cubaenergía, Elieza Meneses explicó que dentro de los modelos matemáticos utilizados resalta el que posibilitó estimar, durante los días que duró el siniestro, la dirección de las nubes contaminantes y las zonas afectadas.
Asimismo, resultó de suma utilidad el pronóstico de la calidad del aire, elaborado a partir de las salidas del modelo Silam, perteneciente al conjunto de modelos del programa Copernicus Atmospheric Monitoring System, aseveró Meneses.
La recopilación, revisión y análisis de las mediciones de la calidad del aire en los territorios ya mencionados fue vital para caracterizar el comportamiento de tan importante indicador en esos propios lugares del archipiélago cubano.
Fue posible-precisa el diario Granma- estimar las emisiones de contaminantes atmosféricos en los diferentes escenarios.
Fue posible definir desde el inicio del incendio as áreas que recibirían las mayores afectaciones y la localización de las concentraciones máximas de contaminantes que podrían alcanzarse.
Pudo estimarse la relación de los principales gases emitidos por el fuego, entre ellos figuran el dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, dióxido de azufre, material particulado PM 2,5 y PM 10, benceno, monóxido de carbono, naftaleno y compuestos orgánicos volátiles.
Gracias a los científicos fue posible realizar el análisis de la composición de aerosoles generados durante y posterior al incendio, además de comprobarse la calidad del aire.
El siniestro se produjo en la noche del 5 de agosto cuando una descarga eléctrica durante una tormenta impactó el tanque 52 de almacenamiento de combustible de la Base de Supertanqueros, situada en la zona industrial de la ciudad de Matanzas.
Las llamas –ayudadas a sofocar con medios y fuerzas especializadas de Venezuela y México- arrasaron con cuatro depósitos en total, cada uno con capacidad para 50 mil metros cúbicos de combustible (50 millones de litros).
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