En la lista de músicos que acompañarán al talentoso artista en este tributo figuran Alain Pérez, Osaín del Monte, Carlos Miyares, Heidy Chapman y la Orquesta de Cámara de La Habana.
La presencia de esos músicos “de altos quilates” representa para el virtuoso un “honor y compromiso” y, sumado a ello, constituye la primera vez que asumirá una presentación, acompañado por una orquesta de cámara, en este caso la dirigida por Daiana García.
Esta confluencia artística tiene como motivación el tributo a la memoria de su madre Miriam Caridad Valdés; al cantautor Pablo Milanés, fundador del Movimiento de la Nueva Trova, y al grupo de jazz Irakere, conformado por su tío, el reconocido pianista Chucho Valdés.
La participación en un festival, con sede en su país, le hace sentir “más acogido y arropado”, frente a un público maravilloso y atento que premia a sus artistas con aplausos, “uno disfruta esa experiencia al máximo, si bien resulta siempre un gran reto”.
“Es un placer inmenso compartir mi arte con Cuba, en un festival que se ha extendido muchísimo y eso nos llena de alegría. Desde pequeño he sido admirador y defensor de las sonoridades de la isla”, refirió el instrumentista, quien integró, entre otras, la orquesta Los Van Van.
Bautizado como Roberto Carlos Rodríguez Valdés, Cucurucho confiesa su devoción por los compositores de la nación caribeña Manuel Saumell, Ignacio Cervantes, Ernesto Lecuona y Carlos Fariñas, y a la par su defensa a la pianística cubana.
Añade, como parte de su formación, a “los genes”, pues pertenece a una familia de músicos “numerosa y exitosa”, lo cual también constituye un desafío en la salvaguarda e interpretación de los ritmos de la mayor de las Antillas, presentes en sus conciertos nacionales y foráneos.
“Mi abuelo (Bebo Valdés) fue uno de los grandes pilares en la composición y los arreglos. Creo que fue uno de los más encumbrados músicos de esta tierra. Tengo presente la búsqueda de singularidad y estilo propio. Hago lo que siento, sigo hacia adelante y estoy muy honrado de mi apellido”.
Su experiencia en numerosas formaciones de la isla, entre ellas, los grupos de Isaac Delgado y Paulo FG, Charanga Habanera y Pachito Alonso y sus Kini Kini, y las actuaciones junto a significativos artistas, lo han hecho crecer y conferido el impulso necesario para crear su proyecto personal.
En su consideración la música cubana desarrolla históricamente estilos foráneos, con influencias africanas, francesas y españolas, perceptibles, por ejemplo, en las creaciones de Lecuona; también, Irakere dio “un gran salto” hacia el Latin Jazz, AfroJazz y versiones de la música clásica.
Precisamente, considera el intercambio cultural “muy nutritivo para ambas partes” y, además, en el caso de este festival, que las nuevas generaciones, adviertan el talento de profesionales consagrados en su disciplina.
Es algo maravilloso, sentenció, “conocer las inquietudes de esos músicos, sus experiencias transmitidas en coloquios y escenarios y participar en sus clases magistrales. La enseñanza, el aprendizaje conjunto y el vínculo con las escuelas son, asimismo, un aporte invaluable de esta cita”.
“Mi mayor premio es haber contado con la compañía de mi madre. Los otros reconocimientos son motivadores, pero no hay nada más grande que haber tenido su enseñanza y academia. Ella pudo ver mi progreso y la materialización de las cosas que soñamos juntos”, confesó.
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