Estas vías producidas en la factoría de Hayange, en el noreste del país, se obtienen a partir de chatarra reciclada y un horno eléctrico que permite reducir en un 90 por ciento las emisiones de dióxido de carbono durante la fundición, en comparación con los raíles convencionales.
Según señaló la empresa este proceso de producción emite 180 kilos de CO2 por tonelada de “acero verde”, mientras que los altos hornos tradicionales esta cifra sube hasta las 1,8 toneladas de CO2.
Por su parte SNCF comunicó la respuesta positiva de las pruebas de homologación de los nuevos componentes de cara a poder ser utilizados en toda la red ferroviaria francesa.
En el comunicado conjunto emitido por ambas compañías se señaló que este “es un primer paso significativo en el desarrollo de una industria de ferrocarril verde francesa y europea”.
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