La propagación hacia las personas del padecimiento, que afecta principalmente a aves domésticas y silvestres, ocurre por contacto con ejemplares vivos o muertos infectados, precisó el Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Animal (Senacsa), citado por el periódico ABC Color.
Los seres humanos pueden también contagiarse mediante los zapatos y la ropa, al manipular las especies enfermas, actuar como transmisores mecánicos y propagar la afección, además, a otros grupos de aves sanas, señala el ente científico.
El mayor riesgo lo corren –según el Senacsa- productores avícolas y empleados, personal técnico de plantas de procesamiento, encargados de galpones y cría de gallinas ponedoras y pollitos en establecimientos productores de huevos.
También los trabajadores encargados del control y erradicación de brotes, incluidos empleados federales, contratistas y obreros privados.
El contagio entre los animales es a través de la contaminación del agua o de los suministros de alimentos por medio de las heces, aunque también por el contacto con otras aves sanas solo portadoras del virus.
La institución recomienda como formas de prevención de la gripe o influenza aviar (conocida también como gripe del pollo) el refuerzo de medidas de bioseguridad (manejo sanitario e higiene) en los establecimientos.
Otras medidas preventivas son controlar las fuentes de agua de consumo, verificar que no estén contaminadas, evitar el ingreso de personas ajenas a la granja y abstenerse de traer al país aves vivas ni productos avícolas sin las documentaciones sanitarias exigidas.
La gripe aviar es una enfermedad causada por virus altamente patógenos que se propagan rápidamente y pueden matar a casi todo un plantel de aves en un lapso de 48 horas.
Los primeros casos de infecciones en seres humanos por el H5N1 ocurrieron en 1997 en Hong Kong, al parecer originados en la población avícola doméstica de aquella región, mientras los brotes actuales empezaron en 2003 en Asia y hace poco Europa y África reportaron aves con el virus H5N1.
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