Considerada una de las más representativas de la ciudad, la edificación destaca por sus dimensiones monumentales, diseño exigente, líneas puras, ornamentos y elegancia con marcada inspiración en el Panteón de París, San Pablo de Londres y el Capitolio de Estados Unidos.
Por sus condiciones arquitectónicas, el primer historiador de La Habana, Emilio Roig de Leuchsenring, lo calificó de ‘un palacio de palacios’.
Sin embargo, junto a su valor histórico, arquitectónico y sus usos, el Capitolio atesora secretos históricos y peculiaridades que le otorgan valor agregado con el paso de los años.
Su construcción, concluida en 1929, demoró tres años y 50 días, una verdadera hazaña para su complejidad y magnitud, con más de 13 mil 484 metros cuadrados de área edificada y 26 mil 391 de jardines.
Entre otras, los historiadores mencionan como una curiosidad los usos del área que hoy ocupa el edifico, donde se encontraba una ciénaga vasta e insalubre, que los vecinos de la ciudad convirtieron con los años en un gigantesco vertedero.
Su terminación otorgó a la zona del centro de la capital otros aires para devenir en una de las imágenes más divulgadas de La Habana actual.
La fachada, protagonista de miles de instantáneas, es escoltada por dos esculturas en bronce del artista italiano Angelo Zanelli; por la izquierda, la que simboliza el trabajo y por la derecha, la que representa la virtud tutelar del pueblo.
En la parte superior de sus ventanas figuran piezas de piedra esculpidas con temas de la vida nacional como el tabaco, la industria azucarera, el comercio, la justicia y la navegación, entre otros motivos.
Destaca en la colosal composición la estrella de mármoles en cuyo centro un diamante ubica el kilómetro cero de la Carretera Central.
A pesar de estar protegido por un sólido cristal tallado y considerado irrompible, el diamante fue robado en 25 de marzo de 1946 y recuperado el 2 de junio del año siguiente.
Aunque la rumorología popular atribuyó el hecho a un teniente de la policía especial del Ministerio de Educación, nunca se confirmó el autor del hurto.
En 1973 se sustituyó la joya por una réplica por cuestiones de seguridad y se guardó en la caja de seguridad del Banco Central de Cuba.
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