En una sesión que culminó en las primeras horas de este jueves, la Cámara Alta, controlada por los conservadores del partido Los Republicanos (LR), apoyó el polémico artículo siete del proyecto de reforma de la jubilación por 201 votos a favor y 115 en contra.
Se trata de la primera victoria lograda por el Gobierno con la llamada iniciativa estrella de la gestión del presidente Emmanuel Macron, sin sorpresas, ya que el oficialismo contaba con el acompañamiento al texto por la derecha tradicional, después de que el mes pasado la oposición de izquierda impidiera el voto en la Asamblea Nacional.
El Senado tiene hasta la medianoche del domingo para examinar la reforma en su totalidad, pero no está claro si podrá hacerlo.
La adopción del artículo que recoge la cuestionada extensión de la edad de retiro fue posible tras una batalla de procedimientos liderada por legisladores de LR, quienes lograron acelerar el análisis del proyecto, dejando fuera de las discusiones a más de un millar de enmiendas presentadas por la izquierda.
Los senadores socialistas, comunistas y ecologistas acusaron a sus colegas de maniobrar para frenar los debates, y optaron en la madrugada del miércoles por abandonar el Hemiciclo.
Aún cuando la cámara alta alcance votar la reforma, la misma estaría todavía lejos de adoptarse.
El proyecto para cambiar el sistema de la jubilación será analizado el 15 de marzo en una comisión mixta de siete senadores e idéntica cantidad de diputados, antes de su regreso el 16 de marzo a la Asamblea Nacional, instancia que en Francia tiene la última palabra en el ámbito parlamentario.
Sin embargo, por tratarse de un proyecto de ley de financiación rectificada de la seguridad social, el Gobierno apeló a la vía acelerada para su discusión, y si para el 26 de marzo no hay un voto en la Asamblea, podrá ponerlo en práctica por ordenanza, aunque prefiere dotarlo de una imagen democrática.
Mientras continúa la batalla parlamentaria, los sindicatos siguen con la presión en las calles y mediante huelgas para obligar al Gobierno a retroceder en su iniciativa.
El martes una cifra récord de personas, más de tres millones 500 mil, según la Confederación General del Trabajo (CGT), protestó en Francia, con una nueva jornada nacional de manifestaciones prevista para el sábado y otra en un día por precisar de la próxima semana.
El Ejecutivo insiste en que la reforma es indispensable para evitar el desequilibrio financiero del sistema de la jubilación, ante el déficit financiero acumulado, un criterio rechazado por los detractores del texto, quienes niegan exista tal urgencia.
La Intersindical, movimiento que aglutina a los ocho principales gremios del país, demandó una reunión lo antes posible con el presidente Macron para convencerlo de que el repudio a la reforma es dominante.
Ello lo confirman, además de las multitudinarias marchas observadas desde el 19 de enero, las encuestas de entidades como Elabe y el Instituto Francés de Opinión Pública.
El secretario general de la CGT, Philippe Martinez, acusó al jefe de Estado de ignorar el rechazo popular a la reforma y de hacer de la misma un asunto personal.
Voceros del Gobierno, entre ellos, los ministros del Trabajo, Olivier Dussopt, y de Acción y Cuentas Públicas, Gabriel Attal, reconocieron la magnitud de las protestas.
Pero insistieron en la alegada urgencia de cambiar el actual sistema, lo que pasa también -de acuerdo con el oficialismo- por aumentar el período de cotizaciones y eliminar regímenes especiales de pensiones.
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