Vergüenza para la democracia, reforma sin legitimidad, escándalo, uso de la fuerza y brutalidad son algunos de los calificativos escuchados en suelo galo tras el anuncio de la primera ministra Elisabeth Borne en la Asamblea de que activaba el artículo 49.3 de la Constitución para adoptar la iniciativa, lo cual anuló el esperado voto previsto en el Palacio de Borbón.
Borne esgrimió actuar con responsabilidad y la intención del Ejecutivo de marginar el riesgo de que se juegue con el futuro de “nuestros jubilados”, argumentos que parecen caer en saco roto, sobre todo porque los números no estaban al lado del oficialismo, que perdió su mayoría absoluta en la Asamblea Nacional en las elecciones legislativas de junio pasado.
La reacción en el hemiciclo incluye ya dos mociones de censura que buscan tumbar al Gobierno, y una tercera pendiente de introducción, a menos que renuncie la primera ministra, algo de momento impensable.
En ese sentido, la jefa de la bancada de La Francia Insumisa en la cámara baja, Mathilde Panot, informó sobre la entrega de una moción y tildó el empleo del 49.3 de una gran muestra de debilidad.
También la extrema derecha, liderada por Marine Le Pen señaló la presentación de una propuesta de censura contra el Gobierno, además de ratificar que apoyará todas las que se impulsen, vengan de donde vengan.
Por su parte, el diputado Bertrand Pancher, presidente del grupo Libertades, Independientes, Ultramar y Territorios (LIOT), dijo que introducirán una moción de varios partidos si el Ejecutivo no renuncia y recula en su proyecto.
La reforma genera rechazo en Francia, expresado por fuerzas políticas opositoras, sindicatos que han llevado a las calles a millones de personas en ocho jornadas de protestas y la opinión pública, cuyo malestar recogen las encuestas.
El repudio se concentra en la extensión de la edad legal de jubilación de 62 a 64 años, el aumento del período de cotizaciones y la eliminación de regímenes especiales de retiro.
Los dirigentes de los principales sindicatos, las Confederaciones General del Trabajo (CGT) y Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), aseveraron que continuarán las movilizaciones.
“El uso de la fuerza con la utilización del 49.3 debe encontrar una respuesta a la altura del desprecio del pueblo. Las movilizaciones y las huelgas tienen que ampliarse”, advirtió el secretario general de la CGT, Philippe Martinez.
Después del anuncio de Borne en la Asamblea Nacional, cientos de personas comenzaron a concentrarse en la plaza de la Concordia, situada cerca del Palacio de Borbón, una protesta que no tendría el visto bueno de la Prefectura.
En el ámbito político, el secretario nacional del Partido Comunista Francés, Fabien Roussel, consideró que la decisión gubernamental constituye “una vergüenza para la democracia”, mientras el diputado ecologista Julien Bayou la llamó “un fracaso del Gobierno”.
Movilizado en las calles, el líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, estimó que la reforma de la jubilación carece de legitimidad parlamentaria y representa “el derrumbe de la minoría presidencial”.
Durante las últimas horas, antes de las sesiones parlamentarias, medios de prensa circularon comentarios de que el presidente Emmanuel Macron era partidario del voto en lugar del artículo 49.3, un criterio que no pocos se cuestionan, con el argumento que se “sacrificó” a una «pieza menor» (Borne) para tratar de proteger la imagen del mandatario.
Esta noche, la primera ministra comparecerá en un canal de televisión, aunque parece poco probable que convenza a los detractores o alivie las tensiones.
ro/wmr