La edición 31 del mayor evento literario del país estuvo a la altura de las expectativas, tal y como sucede desde que comenzara en 1982 bajo la inspiración de Fidel Castro, aseveró Rodríguez al exaltar esta valiosa oportunidad de fomentar el placer de la lectura y el crecimiento intelectual.
El máximo responsable del ICL encomió que, a diferencia de citas similares en otras latitudes, la cubana recorre la geografía nacional desde Pinar del Río hasta Guantánamo y demuestra una fuerte vocación comunitaria con un programa que llega hasta los barrios.
En estos días, desde el 9 de febrero último, tomaron parte 420 participantes extranjeros de 54 países, con Colombia como invitado de honor y el homenaje a la bibliógrafa Aracelis García y el escritor Julio Travieso, además de la reverencia de recordación a Fina García-Marruz y a Antonio Núñez Jiménez.
Apuntó que asistieron a los diversos espacios más de un millón 300 mil personas, que demostraron su avidez por las letras impresas y digitales y la condición de la Feria como el encuentro cultural más concurrido del año en Cuba.
Durante la jornada, en el Salón de los Vitrales de la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, fue presentado el libro Fidel, de Katiuska Blanco, considerada la biógrafa del líder histórico de la Revolución, que vuelve en estas poco más de 500 páginas a escudriñar en una vida “larga y frondosa”.
También recibieron la medalla Alejo Carpentier y la Distinción por la Cultura Nacional artistas e intelectuales de indiscutible valía, al tiempo que muchas de las palabras en la velada recordaron con profundo sentimiento a la poeta Teresa Melo, alma inspiradora de las letras, fallecida en enero reciente.
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