Por Noel Domínguez
Periodista de Prensa Latina
Era un sueño al que dedicó un esfuerzo total al trazar la estrategia a seguir por los militares cubanos que, junto con los combatientes del partido Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), dirigido por Agostihno Neto, ayudaron a consolidar la independencia del país africano.
Un año antes, el 20 de abril de 1976, Raúl Castro, le había precedido para instrumentar en los tres años siguientes, la reducción gradual de las tropas cubanas y que solo quedaran instructores.
Sin embargo, la fallida acción fraccionaria del 27 de mayo, en la cual un grupo de angoleños intentaron dar un golpe de Estado y sacar del poder a Neto, entre otras situaciones en las vecinas naciones de Zambia y Zaire, aconsejaba mantener en el país a los uniformados cubanos.
Repelida y aplastada esa intentona por los internacionalistas de la nación antillana, al frente de los cuales estuvo el general Rafael Moracén, hubo convencimiento de de que las fuerzas cubanas permanecieran en el hermano país recién liberado de los colonialistas portugueses.
Angola era objeto de continuas agresiones de los ejércitos de Zaire, Sudáfrica y organizaciones contrarrevolucionarias como el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) y Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA).
Esas agrupaciones las dirigían, financiaban, entrenaban y armaban la CIA, el régimen sudafricano del apartheid, el gobierno del dictador congoleño Mobutu Sese Seko, con el apoyo de París, Londres y Lisboa.
Toda aquella componenda anti-angoleña corrió a cargo de Henry Kissinger desde la secretaría de Estado de Estados Unidos.
Se decidió entonces, siempre a solicitud de Luanda preparar milicias de la Organización de Defensa Popular extendidas por todo el territorio de la nación.
En ese contexto, Angola celebró su primer congreso del MPLA, al cual asistió Raúl Castro, quien afirmó: “De Angola no nos pensamos llevar ni el petróleo, ni los diamantes, ni el café, ni nada. Nos llevaremos solamente la amistad indestructible de este gran pueblo, y los restos de nuestros muertos…”
El 4 de mayo de 1978, aviones sudafricanos irrumpieron sobre Cassinga, una comuna minera en el centro del país, adonde acudieron de inmediato los refuerzos cubanos.
En esa localidad y en desigual combate se enfrentaron por vez primera al poderío aéreo de los invasores que ocasionaron 16 muertos y 76 heridos.
El gobierno norteamericano inculpó a Cuba de unas incursiones de tropas katangueses desde Angola y Zambia contra territorio de la República Democrática de Congo, rechazadas por los ejércitos de Francia y Bélgica.
Fidel Castro respondió a Washington: “El imperialismo ha de conocer lo que hace Angola por Zimbabwe, lo que hace Angola por Namibia, lo que hace Angola por África del Sur. Angola valientemente presta apoyo real a los movimientos de Namibia, Zimbabwe, África del Sur.
En términos concretos, nada menos que entrenando en su territorio a 20 mil combatientes de esos tres países oprimidos por los racistas…
Con ello Angola corre un peligro, pero es un peligro que vale la pena correr, es un deber inexcusable de solidaridad e internacionalismo…”, destacó.
AYUDA CIVIL CUBANA
La ayuda internacionalista cubana nunca se circunscribió a la militar, porque desde 1976 y hasta finales de 1977 unos tres mil 500 técnicos y otros brindaron su colaboración.
También Cuba acogió a miles de becados y en 1978 llegó a la nación africana el primer destacamento pedagógico, el “Ernesto Guevara”, integrado por 750 docentes al cual lo sustituyó otro y así sucesivamente hasta 1986.
Isla de la Juventud, en Cuba, se convirtió en el concentrado educacional de angoleños y de estudiantes otras 37 naciones africanas.
Cuba adiestró durante un cuarto de siglo a casi ocho mil 895 angoleños en los niveles medio y superior.
La cifra de más de 42 mil 500 colaboradores civiles prestaron sus servicios en el país africano de 1976 a 1991, entre ellos maestros, médicos y constructores.
En otros países del continente africano también se hizo presente la colaboración cubana; en Mozambique casi tres mil, mil 350 eran docentes y 598 en la salud; 623 médicos y otros técnicos en Zambia, mientras que en Zimbabwe desde 1981 a 1991 laboraron 114 educadores y 44 de la salud.
A partir de los años 90 del siglo pasado, comenzó la colaboración cubana en Namibia, Sudáfrica y Botswana.
COLABORACIÓN MILITAR CUBANA
Aunque el plato fuerte, el que causaba molestias e impotencia en los imperios, era el sector militar.
Los éxitos angoleños contra las invasiones extranjeras, la permanencia de tropas cubanas y la activa cooperación con los patriotas de Namibia, Zimbabwe y Sudáfrica, propició la independencia de Rodhesia, Namibia y por último en África del Sur.
Esos logros en nada fueron fáciles conseguidos en batallas y con sangre derramada de cubanos y africanos.
Un recuento de esos éxitos abarca los de Cunene en 1981, Cangamba (1983), Sumbe (1984), Mavinga (1985) y el definitorio y trascendente de Cuito Cuanavale en 1988 que abrió las puertas a la soberanía namibios y al fin del régimen del apartheid sudafricano.
El 25 de mayo de 1991, comenzó el regreso de las tropas cubanas y con ello todo el largo proceso transcurrido desde la primera incursión del Che el 14 de abril de 1965 al cruzar el lago Tanganika en la República Democrático del Congo.
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