La mayoría de los carillones que se conservan en la tercera y cuarta villa cubanas, respectivamente, fueron fundidos en oro, plata y bronce por José Isabel Giroud, metalúrgico francés, quien también era diestro relojero y mecánico industrial.
El historiador oficial de Trinidad, ya desaparecido, Carlos Joaquín Zerquera (1926-2009) era un ferviente admirador del ingenio humano que aporto la migración ibérica en albañiles, carpinteros, artesanos y forjadores del hierro al desarrollo social y económico del territorio trinitario.
En una conversación con este redactor abordó el aporte de Giroud, quien llegó a la isla iluminado por la Revolución Industrial en Europa y se integró a introducir la modernidad en la incipiente industria azucarera y la arquitectura.
A la vista de nacionales y turistas está el rico legado cultural que atesoran estas villas fundadas por Diego Velázquez de Cuéllar en 1514, ambas llegaron a sus 509 años de fundadas.
La creación y originalidad de Giroud está presente en las enormes campanas, rejas, ventanas, llamadores y de forma especial en la conformación de la pérgola de la plaza Carrillo, en Trinidad, donde logra un tejido de finas listas metálicas.
Con el crecimiento de la población trinitaria promovió la creación de un acueducto, mientras atendía el montaje y cuidado de los relojes públicos, y era muy solicitado por los hacendados de los trapiches cañeros en el Valle de los Ingenios, que junto a Trinidad fueron declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco.
Según la doctora Alicia Santana García, estudiosa de la arquitectura colonial cubana, en 1819 José Giroud se encontraba en Trinidad, momento de gran riqueza y auge azucarero en la región.
Una de sus monumentales campanas es la atracción de turistas nacionales y extranjeros en los jardines de la antigua casa hacienda del ingenio Manaca Iznaga, en el valle donde más azúcar se producía en los siglos XVIII y XIX en la isla.
Los carillones quedaban signados, ese es el caso del entregado en 1846: Ingenio de Buena Vista de Don Justo Germán Cantero. Fundida en Trinidad en 1846 por José Giroud, así como los ingeniosos relojes de sol forjados en bronce, conservándose uno en el Museo de Arquitectura.
Las campanas del herrero francés llegaron a Sancti Spíritus, en 1835, trasladadas desde Trinidad -unos 70 kilómetros- por veredas y caminos en carretas tiradas por bueyes.
Actualmente dos se conservan en la torre de la Iglesia Parroquial Mayor de Sancti Spíritus y otra en el portal del Archivo Histórico Provincial, de la villa Monumento Nacional, con el sello: Hecha en Trinidad de Cuba.
La torre de este templo, creada en la tercera década del siglo XIX, fue la más alta de Cuba, con cuatro campanas fundidas en oro, plata y bronce que datan de 1771, 1835 y 1853. Para tañer, es necesario subir 103 escalones de madera preciosa.
El francés que tributó su ingenio de modernidad a Trinidad y Sancti Spíritus, José Isabel Giroud, nació el 30 de abril de 1781 en Ferney-Voltaire. Llegaron al oriente cubano evadiendo la guerra con dos de sus hermanos, uno de los cuales falleció por deshidratación durante el viaje. Según registros locales ya en 1819 se encontraba en Trinidad.
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