Desde el presidente Emmanuel Macron y la primera ministra Élisabeth Borne hasta líderes de diversos partidos políticos, abundan las expresiones de inquietud por la situación, que llegó a un punto inesperado la víspera con la dimisión del burgomaestre, también blanco de amenazas vinculadas a la construcción de un campamento para refugiados en su comuna.
El Gobierno prevé trasladar a Saint-Brévin un centro de solicitantes de asilo, proyecto al que se oponen organizaciones e individuos de extrema derecha, en particular Reconquista, dirigida por el polémico excandidato presidencial Éric Zemmour, denunciado por el carácter racista y discriminatorio de sus declaraciones.
En su cuenta en Twitter, Macron calificó de indignos los ataques contra Morez y su familia, y le trasladó su solidaridad y la de la nación.
Por su parte, Borne prometió más protección para las autoridades electas, en medio de críticas –incluyendo las del propio alcalde- al Estado por la falta de respaldo.
El secretario nacional del Partido Comunista Francés, Fabien Roussel, denunció que las alertas de Morez fueron ignoradas y acusó a la ultraderecha de imponer un clima de terror en Saint-Brévin para impedir el traslado del centro de refugiados.
Los eventos de allí no son un caso aislado, ya que en enero la localidad de Callac, en el departamento de Costas de Armor, tuvo que cancelar un proyecto de inserción de refugiados por el acoso incesante de los “fachos”, señaló.
Roussel también recordó la “manifestación neonazi” del pasado sábado en esta capital, donde más de 500 personas, en su mayoría vestidas de negro y enmascaradas, recorrieron varias calles con banderas con la cruz celta y el sol negro (ligado a la filosofía ocultista del nazismo).
La líder de la extrema derecha Marine Le Pen, dos veces derrotada por Macron en el balotaje de las presidenciales, rechazó los actos violentos contra el alcalde Morez y llamó a resolver los desacuerdos políticos en las urnas o en los tribunales.
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