Sobre cómo se dieron las condiciones de la muerte de quien según expresara en Twitter el presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel “vive cuando al amparo de los más preciados valores humanos, la Patria, la ley, la independencia nacional, se defienden peleando con las armas”, conversamos con Mirciano Mejía, al frente del Sitio Histórico Potrero de Jimaguayú.
Precisamente en esta área, a unos 27 kilómetros al suroeste de la provincia, perdió la vida uno de los más avezados estrategas militares de la Guerra Grande de 1868, “en condiciones que no fueron las previstas, porque aunque sabía de la presencia del ejército español, nunca se dio el combate que Agramonte esperaba”, dijo el entrevistado.
La presencia de una maqueta en el espacio declarado Monumento Nacional, permite conocer detalles “además de la explicación de estudiosos del tema como Elda Cento, fallecida en 2019”, expresa quien fuera profesor de Historia de Cuba en la Universidad de Camagüey.
“Después de 150 años hay nuevas miradas e inquietudes, he sido copartícipe de investigaciones y han llegado hasta acá especialistas como Raúl Izquierdo, quien fuera presidente del Instituto de Historia de Cuba, y hemos llegado a varias conclusiones, entre ellas que aquella mañana nunca salen las cosas a favor de las tropas cubanas”, reflexiona Majía.
Tras el combate de Cocal del Olimpo, “las fuerzas mambisas venían con la moral en alto, aunque hay que aclarar siempre que a lo largo de la guerra nunca las tropas cubanas pudieron emular con la preparación, ni las armas, municiones, la logística de los españoles, estamos hablando de cinco años después de haber empezado la Guerra”, argumenta Mejía.
“La noche anterior El Mayor conoce de la presencia del enemigo, prepara el combate. Según la voz de Ramón Roa, quien fuera su asistente, dice que Agramonte no tenía pensado participar, solo dirigir desde afuera. Así que lo organizó todo. La infantería de Las Villas , la caballería con Henry Reeve(El Inglesito 1850-1876), todo de la mejor forma posible”.
De acuerdo al investigador el teniente José Rodríguez de León, que estaba al frente de las tropas españolas, nunca dio la posibilidad de que El Mayor desarrollara su combate.
“Ignacio Agramonte sabía que no estaba en condiciones de enfrentar a la infantería y a la caballería española. La idea de El Mayor era atraer a la caballería al centro del potrero de manera tal de que la infantería se quedara en su posición en la parte norte desprotegida, y que el Inglesito diera el golpe. Pero eso nunca sucedió. Nunca los españoles soltaron la caballería”, explica Mejía.
Ante la interrogante de ¿por qué muere El Mayor ?, responde:
“Porque una compañía que se había logrado acercar bastante, no sabemos cómo, quizás burló las tropas cubanas, tuvo la posibilidad de hacerle diana. Entonces, un soldado rodilla en tierra logra darle muerte a El Mayor, que viene del sureste al norte”, precisa el historiador.
“Por eso es que el tiro le da en la sien izquierda y la sale por el parietal derecho. Se habla de la hierba de guinea que logra tapar y camuflar a un hombre a caballo, y da poca visibilidad. Y un fusil Remington tiene un alcance perfecto para batir a un hombre alto, que viene a caballo , mide seis pies , y es blanco fácil”.
Sobre las diferencias topográficas de la actualidad, asegura el especialista que “estamos hablando de un potrero de 33 caballerías con mucha hierba de guinea, y muy pocos árboles, se desarrolló en un ambiente el combate del 11 de mayo, muy diferente a lo planificado por Agramonte”.
En declaraciones a Prensa Latina, el historiador Fernando Crespo, amplio estudioso de la vida del patriota camagüeyano, recordó el día de su muerte.
“El cadáver de El Mayor entró retador a la ciudad, no por gusto ese verso que dice que “su cadáver augusto quemaron en Camagüey, porque el muerto daba susto a los soldados del rey”, y lo mismo sucede con los enemigos actuales de la Patria, porque hoy su ejemplo sigue en nuestras calles, y se seguirá recordando porque es alma y cultura de Cuba”.
Nacido en el corazón de esta urbe el 23 de noviembre de 1851, páginas gloriosas escribió el héroe, así que para la Premio Nacional de Historia Elda Cento (1952-2019) “en el discurso historiográfico cubano no existe otra personalidad más paradigmática -en tanto conjunción de rasgos positivos-, que la del Bayardo camagüeyano”.
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