Debido a la seriedad de los delitos, el ente judicial decidió además negar la posibilidad de libertad condicional en algún momento, y prohibió que el condenado pueda ejercer otra vez la enfermería.
El convicto admitió ante la justicia haber inyectado drogas a pacientes en una sala de recuperación de un hospital de Múnich para mantenerlos sedados.
En su defensa dijo que siempre tomaba mucho alcohol antes de sus turnos y que dormía en el trabajo para “sacárselo del sistema”. Por ese motivo, añadió, sedaba a los pacientes para que no lo molestaran.
Las víctimas fatales son dos acianos de 80 y 89 años quienes en 2020 estaban ingresados en la institución hospitalaria en que ejercía el condenado.
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