Tantos y variados son los compromisos asumidos por las autoridades británicas en su afán de erigirse en paladín de la lucha contra el cambio climático que algunos dudan de su seriedad, o simplemente de la posibilidad real de llevarlos a la práctica.
El primer ministro Boris Johnson, quien aspira a poder recibir en persona a los líderes mundiales que asistan a la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático o COP26 programada para noviembre próximo en Glasgow, Escocia, se mostró confiado en que el trabajo conjunto permita producir las soluciones tecnológicas que la humanidad necesita para enfrentar la emergencia medioambiental.
DEL DICHO AL HECHO…
El optimismo de Johnson, quien asegura que el Reino Unido se convertirá en la “Arabia Saudita de la energía eólica”, contrasta, sin embargo, con las dudas que tienen muchos ecologistas, ambientalistas y políticos británicos sobre la forma en que el gobierno podrá honrar tales compromisos.
Sin dudas que el Reino Unido lidera las acciones contra el cambio climático a nivel global, pero todavía le falta delinear una estrategia a largo plazo con las políticas e inversiones necesarias para alcanzar la meta de cero emisiones, aseguró a Prensa Latina Gareth Redmond-King, director de Comunicaciones sobre la COP26 en la Unidad de Inteligencia del Clima y la Energía (ECIU, siglas en inglés).
En opinión del directivo de esa organización británica independiente y sin fines de lucro, algunas de las decisiones recientes tomadas por el gobierno difieren mucho del discurso oficial.
Señaló, por ejemplo, la reducción de la ayuda internacional para el desarrollo, las inversiones en la construcción de nuevas carreteras, el recorte de la tasa de impuesto para los vuelos domésticos y la cancelación de los fondos para mejorar la eficiencia de la energía en los hogares, además de un apoyo tácito inicial a la construcción de otra mina de carbón en el noroeste de Inglaterra.
El legislador laborista Ed Miliband, quien se desempeña como ministro de Negocios y Energía en el llamado gabinete a la sombra (opositor), también es de los que creen que las nuevas y más altas metas deben contar con un plan realista que las respalde.
El público sabe que anunciar un objetivo no es lo mismo que cumplirlo, y desea poder contar con un liderazgo consistente de parte de un gobierno que sea verdaderamente honesto, no inconsistente, injusto y que recurra al “maquillaje verde”, escribió Miliband en Twitter, tras los anuncios hechos por Johnson en la cumbre de líderes mundiales.
LOS REBELDES DEL CLIMA
El grupo ecologista británico Extinction Rebellion (XR) considera, por su parte, que el gobierno se quedó corto con las metas, dada la magnitud de la emergencia climática que se avecina.
Según la organización británica fundada en 2018 y conocida por protagonizar coloridas y espectaculares protestas a lo largo y ancho del Reino Unido, el tiempo para tratar de frenar la crisis medioambiental se agota, y a menos que para 2025 se logre reducir a cero las emisiones contaminantes, nadie escapará del impacto devastador del cambio climático.
De no tomarse medidas urgentes y radicales, nos encaminamos a un calentamiento de 4˚C, y al colapso social y la pérdida masiva de vida que ello implica, alertó XR en un comunicado donde prometió una “rebelión de verano” que incluirá acciones en Londres y durante la cumbre del G7 en Cornualles en junio, además de otras aún no reveladas de cara a la COP26.
¿LUZ AL FINAL DEL TUNEL?
Redmond-King también está entre quienes creen que queda poco tiempo para salvar al planeta, pero no coincide con quienes alegan que la COP26 será la última oportunidad para lograrlo, sino que ve la conferencia auspiciada por Naciones Unidas como un momento importante para asumir nuevos compromisos y metas aún más ambiciosas a seis años de los Acuerdos de París.
La ciencia es clara y asegura que si para mediados de este siglo logramos reducir a cero las emisiones todavía tendremos una oportunidad creíble de mantener el calentamiento global en 1,5 grados, recalcó.
El experto apuntó, no obstante, que es necesario actuar ahora y hacer las reducciones tan pronto como sea posible, porque cualquier demora, alertó, aumentaría los costos tanto de las medidas como del impacto del cambio climático.
“Las naciones más ricas y mayores contaminadoras como el Reino Unido y Estados Unidos tienen la obligación de reducir sus emisiones lo antes posible, así como brindar el financiamiento y alivio de deudas necesarios para ayudar a los países en vías de desarrollo a lograr sus metas, proteger, restaurar la naturaleza y asumir los costos del impacto del cambio climático”, afirmó.
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