Esta expresión poética, con métrica de la décima, la cultivaron los emigrantes de las islas Canarias que incursionaron con sus tradiciones por las tierras cubanas en el siglo XVII, enriquecida por la guaracha y el son.
En cada aniversario de Sancti Spíritus se coloca en un sitial de honor la obra de destacados repentistas, entre ellos Luis Martín (1938-2020) originario de Cabaiguán donde la presencia isleña es la mayor del país.
En diversas ocasiones el bardo espirituano afirmó a Prensa Latina que esta expansión musical prosperó de generación en generación a través la copla; la guajira, el son montuno, sin olvidar el zapateo.
También tomó del bolero y la guaracha, estos son fundamentos de la música campesina en Cuba, con sus grandes exponentes como Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí (1922-2005), apelativo que recuerda al aborigen que laboraba la tierra cubana ante la llegada de los españoles.
Para Martín este es uno de los poetas cubanos más auténticos, quien a los nueve años ya improvisaba décima, paradigma que se sigue cultivando entre las familias arraigadas a la música legítima de nuestros campos.
Nuestras tonadas que surgen del soñar con la naturaleza, los campos, la familia, la belleza de las mujeres, lo bueno y lo malo, son un rico patrimonio de las canciones de los lugareños.
Este poeta gustaba expresar que su canto, la rima, la poesía tenía las raíz en el amor de su familia, donde nacieron, la religión, las tradiciones, el mar, los volcanes, los riscos, en sus emociones y nostalgias.
El repentista Raúl Herrera, más de 30 años de trabajo junto a Luis Martín, lo ubica como un maestro, la mejor baraja para acomodar la improvisación, aportaba firmeza y ecuanimidad en cada presentación.
En el corazón de Martín había un poeta, de esos que no se hacen en laboratorio, que urgen de la vida y la realidad de armonizar la poesía del campo cubano, subrayó a este redactor.
La cultura musical del campo y la ciudad en Sancti Spíritus, tiene una amplia tradición de más de dos siglos sobresaliendo creadores de la talla de Rafael Gómez “Teofilito” (1889-1971) con su obra Pensamiento que recorrió el mundo, himno al amor.
Además, el trovador Miguel Companioni (1881-1965) con unas 200 piezas -boleros, canciones, habaneras, criollas-, incluida su creación emblemática Mujer Perjura.
También sobresale el prolífero cantautor Arturo Alonso, de Ciego de Ávila, pero su alma creadora, estaba en el Cabaiguán querido.
Los creadores espirituanos conocieron e intercambiaron con destacadas personalidades de la música, con el prosista Benny Moré o Bartolomé Maximiliano (1919-1963), con sus obras Elige tú, que canto yo y Amor de madre.
Joseíto Fernández,y su Guajira guantanamera quien hizo rimar las noticias rojas, dramáticos acontecimientos, con desagravios familiares y ofertas de todo tipo que redactaba Chanito Isidrón.
Se hacía acompañar por La Calandria, Agustina (Nena) Cruz, según la crítica de la época la mejor y más bella voz femenina en los puntos guajiros.
Lo más grandioso que va a inmortalizar en Cuba y en el exterior al Rey de la Melodía es la fusión de los Versos Sencillos de José Martí con la Guajira Guantanamera, iniciativa del pianista y compositor español Julián Orban (1925-1991); el cantautor norteamericano Pete Seeger, lo convertiría en un éxito mundial.
En este rico nido de creadores emblemáticos -de todos los tiempos- radica el desarrollo de la música campesina, la que llegó de Las Afortunadas y la obra cubana que alcanzó su identidad nacional a mediados del siglo XVIII y al llegar a los 509 años de la villa sigue presente.
El punto guajiro de la música campesina cubana fue inscrito desde 2017 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
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